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Ut quæcumque henedixerint, benedicantur et quæcumque consecraverint, consecrentur et sanctificentur in nomine domini nostri Jesu Christi.

El ordenando responde: Amen.

Dignaos, señor, consagrar y santificar estas manos por esta uncion y nuestra bendicion. H.

Amen.

Para que todas las cosas que ellas bendijeren queden benditas, y las que consagraren consagradas y santificadas en el nombre de nuestro señor Jesucristo. R. Amen.

:

El señor obispo inmediatamente cierra y junta las manos del ordenando, y puesta la derecha sobre la izquierda se las ata algun familiar del senior obispo ú otro de los sacerdotes con la tohalleja ó cinta que llevará cada uno, como antes se previno y se retira á su lugar, manteniendo así cerradas y atadas las manos hasta el tiempo de ir á cantarse ó leer el ofertorio. Ungidas y consagradas las manos á todos, el señor obispo limpia su pulgar con una miga de pan y ha→ ce sucesivamente entrega á cada uno del cáliz con vino y agua, y la patena con hostia sobrepuesta (que ellos toman entre los dedos índices los del medio, tocando con estos la copa del cáliz y con aquellos la parte superior de la patena), diciendo el prelado á cada uno :

y

Accipe potestatem offerre sacrificium Deo, missasque celebrare tam pro vivis quam pro defunctis in nomine Domini. H. Amen.

Recibe la potestad de ofrecer el sacrificio á Dios, y celebrar misas así por los vivos como por los difuntos en el nombre del señor. R. Amen.

Concluido esto el señor obispo lava las manos limpiándolas con miga de pan, y el agua se habrá de echar en el sumidero. Pónenle la mitra y pasa á su silla del lado de la epístola, donde sentado lee el último verso del Tracto, ó de la sequentia ó alleluya segun el tiempo, el Munda cor meum y el evangelio, mientras canta los sobredichos versos ó alleluya el coro.=Un nuevo diácono pide la bendicion y canta el evangelio como se dijo al fin de la ordenacion de los diáconos. Prepárase un copon en el altar con tantas hostias pequeñas, cuantos son los ordenados, que todos han de comulgar, las que, siendo pocos, podrán ponerse en la patena. Dicho el Dominus vobiscum despues del evangelio (ó Credo si le hubiere) se desatan las manos los nuevos presbíteros, las limpian con un migajon de pan, y las lavan con agua en una palancana, y esta agua se habrá de echar en la piscina ó sumidero que hay en la pila del bautismo ó en otro paraje de la iglesia. Leido el ofertorio por el señor obispo va con la mitra puesta al faldistorio ó silla ante el medio del altar, donde se sienta y recibe las ofrendas de todos los ordenados. Llegan ante el señor obispo de dos en dos, primero los presbiteros, luego los diáconos, y así sucesivamente, llevando la vela en la ma

no derecha, extendida la izquierda y arrimada al pecho se arrodillan, le ofrecen la vela (1) y besan el anillo. Acabado esto, el señor obispo lava las manos, se levanta quitada la mitra, va al altar, y prosigue la misa en la forma acostumbrada. Los nuevos presbíteros se arrodillarán cerca de la grada del altar ó á un lado y otro desde donde oigan bien lo que dice el señor obispo, con quien han de decir al mismo tiempo todas las palabras desde el Suscipe sancte pater, påra lo que tendrán en las manos el Misal ó este Manual ordenado con especialidad para este objeto. Particularmente cuidarán al decir las palabras de la consagracion no adelantarse, sino pronunciarlas al mismo tiempo que el señor obispo, uniendo y dirigiendo su intencion á la del prelado, con quien concelebran (2).

El ordinario de la misa de órdenes desde la oblata es el siguiente.

(1) El pontifical previene lleven para ofrecer las velas encendidas, lo que no carece de misterio; pero el uso general es de no encenderlas.

(2) El pontifical romano antiguo: dicant omnes quæ sunt in missali veluti si celebrarent. El nuevo del tiempo de Inocencio VIII los hace concelebrantes y coconsagrantes acaso por la autoridad de Inocencio III. La rúbrica de Clemente VIII. y Urbano VIII. de ordin. confer. Debent ex consuetudine concelebrare et etiam verba consecrationis proferre. V. Soto in IV Sent. dist. 13. art. 2.

§. XII.

texto de la misa (1).

Al ofrecer la hostia.

Suscipe, sancte Pater omnipotens, æterne Deus, hanc immaculatam hostiam, quam ego indignus famulus tuus offero tibi Deo meo vivo et vero pro innumerabilibus peccatis et offensionibus et negligentiis meis et pro omnibus circumstantibus; sed et pro omnibus fidelibus christianis vivis atque defunctis, ut mihi et illis proficiat ad salutem in vitam æternam. Amen.

Al bendecir el agua.

Deus qui humanæ substantiæ dignitatem mirabilitèr condidisti, et mirabiliùs reformasti; da nobis per hujus aquæ et vini mysterium, ejus divinitatis esse consortes, qui humanitatis nostræ

(1) Los que se ordenan de presbíteros no deben celebrar la misa con el obispo que los ordena, desde el introito; sino desde el Suscipe, sancte pater. S. R. C. 20. Sept. 1749. Han de estar de rodillas, y no hacer las ceremonias que el principal celebrante, á diferencia del obispo cuando se consagra. Ibid.

fieri dignatus est particeps Jesus Christus Filius tuus Dominus noster, qui tecum vivit et regnat in unitate Spiritus sancti Deus per omnia sæcula sæculorum. Amen.

Al ofrecer el cáliz.

Offerimus tibi Domine calicem salutaris tuam deprecantes clementiam, ut in conspectu divinæ majestatis tuæ pro nostrà et totius mundi salute cum odore suavitatis ascendat. Amen.

In spiritu humilitatis et in animo contrito suscipiamur à te, domine; et sic fiat sacrificium nostrum in conspectu tuo hodie, ut placeat tibi, domine Deus.

Veni sanctificator omnipotens æterne Deus, et benedic hoc sacrificium tuo sancto nomini præparatum.

A la bendicion del incienso.

Per intercessionem beati Michaelis Archangeli stantis à dextris altaris incensi et omnium electorum suorum incensum istud dignetur dominus benedicere et in odorem suavitatis accipere. Per Christum dominum nostrum. Amen.

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