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i con esmaltes vistosos componer i variar

i que tiene por nigromancia el viento en ellas su hogar
así que, soplando el viento, óyenle todos cantar,

cada cual a su manera, i con tanta suavidad,

que no juzgo que haya hombre que de oir se pueda hartar; i si cólera le aqueja, cuando le oye sonar,

a la cólera sucede en su pecho blanda paz.

Esta exajeracion de los prodijios de las artes es una de las especies de maravilloso a que ocurren amenudo los antiguos romances. En el antiquísimo del viaje de Carlomagno a Constantinopla, hai una descripcion mui semejante a la que acabamos de copiar.

Balbuena desenvolvió posteriormente la misma idea, pintando en su Bernardo las maravillas i preciosidades del palacio de Aleixa.

Entre las obras de Adenez o Adans, llamado li roi o el rei, por haber sido rei de armas del duque de Brabante, o segun conjeturan otros, por haber sido coronado en una academia poética, se enumera, yo no sé con qué fundamento, un Aymer de Narbonne. Ademas floreció a mediados del siglo XIII; i no es posible que Alberico hubiese podido tener a la vista sus obras; pero el romance de que acabo de hablar me parece mas bien escrito por Beltran li Clers, el autor del Jerardo de Viena, no solo por la absoluta semejanza de estilo i verso, indicio ciertamente falible, sino porque el poeta, al terminar el Jerardo, se excusa de contar la trájica expedicion de Carlomagno a España como asunto sabido de todos, i ofrece continuar la historia de la familia de Monglane, al paso que el Almerico empieza cabalmente por la vuelta de Carlomagno a Francia, despues de la derrota de Roncesvalles, a que se agrega la circunstancia de estar juntas estas dos composiciones en el códice anteriormente, citado, que es de una antigüedad respetable.

El Buéves de Commarchis presenta alguna mas variedad de aventuras. Contiene los hechos de Buéves i de sus hijos en Barbastro, donde Buéves mata una desaforada serpiente, que arrojaba fuego por la boca. Apoderado de aquella ciudad, que era la torre del almirante de España, saquea sus ídolos i templos,

cuya riqueza i magnificencia describe el poeta con el colorido propio de los romances. Sitian a Barbastro el almirante de España i el mufti de Córdoba; i sucede una multitud de combates en que los amores de Jerardo, hijo de Buéves, i de Malatría, princesa de Córdoba, forman un episodio entretenido. Buéves queda al fin pacifico señor de Barbastro, i Malatría da la mano a Jerardo, llevándole en dote gran número de estados i ciudades, entre ellas, Búrgos, Córdoba, Tudela, Toledo, Pamplona, etc.

No hablaré del Jibelino de Andernas, ni de otros romances que ofrecen sustancialmente la misma idea, esto es, el establecimiento del héroe en una ciudad, provincia o reino que le es forzoso ganar o defender con la espada. La historia i costumbres de la edad media debieron sujerir amenudo esta especie de asuntos. El imperio romano se desmembró, o por mejor decir, se desmoronó en innumerables fragmentos, presa de aventureros que se los ganaron, repartieron i disputaron a mano armada. Tal fué el orijen de todas las casas reinantes i de toda la antigua nobleza de Europa. Así Rolon se estableció con sus normandos en la Neustria, i fué el héroe de uno de los romances de Wace, que en realidad es una historia versificada. Así Guillermo Fierabras, vencedor de los sarracenos i griegos, se enseñorea de Apulia i lega su nombre a los poetas, que le dieron una celebridad fabulosa. Así Roberto Guiscardo, prototipo talvez de aquel Guiscardo que los troveres cuentan entre los hermanos de Reináldos de Montalban, sale de su patria, pelea tambien con los sarracenos i griegos, i de caballero particular se hace soberano de la Calabria i de la Sicilia. Así Gofredo de Bullon, conquistador de Jerusalen, i por no citar cjemplos extranjeros, Rui Diaz, conquistador de Valencia, fueron celebrados por los poetas desde principio del siglo XII.

Pero no dejaré los romances tomados de la historia de Francia sin mencionar particularmente los de Carlomagno que comprende el códice 15, E. VI de la Biblioteca Real del Musco Británico. En éstos, hallamos aventuras mas entretenidas i vaKiadas i mas amenidad en las descripciones.

El primero contiene la guerra de Carlomagno contra el almi

rante de Persia, que le manda una embajada, exijiendo le reconozca por soberano i le pague tributo. Esta embajada se componia de cuatro reyes; uno de ellos arroja el guante en presencia de Cárlos; dispútanselo Berardo i Baldovínos; el emperador, a pesar de este insulto, respeta en ellos el carácter de embajadores, i los festeja espléndidamente en su palacio:

Alli viérades azores, alli viérades neblies,

i jerifaltes mudados i otros pájaros jentiles.
Viérades nobles donceles con mantos verdes i grises,
de cibelinas bordados i de armiños señoriles,

de cendales lleno el viento i la tierra de tapices.

Hallamos aquí entre los paladines de Carlomagno a Guillermo Fierabras. El emperador les encomienda el cuidado i servicio de los cuatro reyes; i despues de un magnífico banquete, salen al campo a justar i bohordar, con cuyo motivo se hace una reseña de varios campeones de la cristiandad con sus arneses i caballos, a saber, Carlomagno, Olivéros, Viviano de Agramonte, Anjiléros, Urjel, Jerardo de Viena, Renier de Jénova, Baldovínos, Roldan, Guischardino, Jeraldo de Rosellon. Despues de la vuelta de los embajadores, los doce pares van en peregrinacion al santo sepulcro, ison hechos prisioneros por el almirante. Habiendo logrado hacerse de armas i caballos, rompen por medio de la corte, desbaratan cuanto se les ponc delante i prenden al senescal Sinádes, que les fué a el alcance con una numerosa hueste de turcos. Sinádes, convertido al cristianismo, los hace dueños de la torre de Abilena. Alli sufren un riguroso cerco, en que el poeta mezcla varios incidentes de guerra con los amores de Sinádes i de Licoriada, hija del almirante; todo termina en la libertad i victoria de los paladines socorridos por Carlomagno i por el rei de Jerusalen, la cual se supone estaba entonces en poder de cristianos.

Guillermo Ficrabras es un ejemplo de las metamorfosis que experimentaron varios personajes históricos en la mitolojía de la media edad. En el romance anterior, le hemos visto paladin de Carlomagno, que, segun la historia, floreció dos siglos ántes. En otro de la misma coleccion, Fierabras es un sarra

ceno, soldan de Babilonia i Alejandría. Cárlos iba en demanda de España, cuando le sale al encuentro Fierabras, que trae consigo tres espadas finísimas, obra de los mismos artifices de cuyas manos habian salido la Gandura de Cárlos, la Altaclara de Olivéros i otras espadas de cuenta. Ademas trae Fierabras a la grupa dos relomas de oro llenas del preciosísimo bálsamo que despues se llamó de su nombre, i que, segun el autor de este romance, era el mismo que habia servido para unjir el cuerpo de Cristo, cuando fué deposita lo en el sepulero. Al ver el pagano la tienda de Cárlos, i en ella el águila imperial con las alas abiertas en a leman de volar hacia España, se abrasa de ira, i denuesta al emperador i sus barones, desafiándolos uno a uno, dos a dos, o como quieran. Cárlos ordena que Roldan salga al campo. Éste, resentido por cosas pasadas, se excusa; de lo que el emperador recibe tal enojo que le da una terrible bofetada en medio de la corte. Roldan se retira amostazado; i el emperador queda en el empeño de buscar un antagonista al pagano que era el terror de la cristiandad. Sábelo Olivéros, que a la sazon estaba herido i en cama. A pesar de la oposicion de su escudero Guarinos, se venda las heridas, i se arma. El emperador no le permite ir a pelear por el estado en que se halla; mas Galalon, a quien pareció aquella, una excelente ocasion de deshacerse de Olivéros, se vale de un privilejio singular que gozaban los doce pares, i era que, sobreviniendo entre dos de ellos una disputa, otro par tuviese la facultad de decidirla. Galalon sentencia contra Cárlos, i Olivéros se presenta al pagano. Dicele que se llama Guarinos, i que recientemente habia recibido la órden de caballería. Fierabras rehusa medirse con un novel caballero de tan poca fama, mayormente observando que estaba pálido i ensangrentado. Olivéros insiste. Fierabras admirado de su valor le ruega, por la fe que debe a su Dios crucificado i a Cárlos, que le descubra su verdadero nombre. Olivéros se lo descubre en efecto; i el pagano se ve precisado a armarse. El mismo Olivéros le abrocha las armas, i le tiene el estribo. Sigue un terrible combate en que el hijo de Renier es malamente herido; pero tiene la fortuna de aturdir de un golpe a su contrario i de echarle abajo las redomas,

una de las cuales alza i bebe. Olivéros arroja las redomas a un rio, las cuales, en lugar de ir al fondo con el peso del oro, flotaron por la virtud milagrosa del bálsamo; mas arrebatadas por la corriente, desaparecieron. Indignado Fierabras, embiste con toda su fuerza, i descarga otro golpe, que, deslizándose sobre el yelmo de Olivéros, va a dar sobre la cabeza del caballo, i la separa del cuello. Olivéros, saltando en pié, vitupera al pagano aquel hecho, como contrario a las leyes de caballería. Fierabras jura no haber sido de intento; le ofrece otro caballo; i no siendo éste aceptado, desmonta. Carlomagno, que no estaba distante, i ve el encarnizamiento con que de nuevo se acuchillan los dos combatientes, hace aquí una dovota oracion mui semejante a la de Jibelino en el romance de Almerico, i a la de doña Jimena en el Cid. Despues de varios lances, Olivéros tiene la dicha de acertar a su contrario un golpe que le derriba 'peligrosamente herido. El jóven soldan es en aquel momento iluminado del cielo; i confesándose rendido, pide a Olivéros le lleve consigo, i le haga cristiano. El frances, en efecto, despues de vendarle las heridas, monta a caballo, i se lo lleva; pero el ejército sarraceno viene en demanda de su señor, i, aunque Olivéros hace prodijios, al fin, viendo que tarda el socorro de los suyos, se apea, recuesta al herido caballero sobre la yerba, dejándole una de las espadas, i trata de abrirse camino por entre los enemigos, de quienes ya estaba cercado. Éstos le prenden, i se lo llevan maniatado, i con una venda en los ojos. Llegan Carlos i los paladines. Roldan i Urjel matan multitud de sarracenos, cabalgando el uno a Viellentin i el otro a Broyefort; mas, aunque estos caballeros i la demas jente cristiana hacen un horrible destrozo, no consiguen librar a Olivéros, ántes bien otros principales guerreros cristianos cayeron en manos del enemigo. Carlomagno se retira desazonado. Fierabras va en su compañía, recibe el bautismo, i es tratado con la mayor distincion. Los prisioneros cristianos son trasportados a Egremora, ciudad de España, segun parece, i residencia del almirante Balan, padre de Fierabras. Sepultados en un oscuro calabozo, la bella Floripes, hija de Balan, se da traza de bajar allá por la noche i de trasladarlos a su estancia, donde ella

OPUSC.

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