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SOBRE EL ESTUDIO

DE LAS CIENCIAS NATURALES

Se trata de indicar aquí todo el encanto que jeneralmente proporcionan las ciencias naturales, i toda la utilidad que se puede sacar de ellas. Este objeto, que no tiene necesidad de pruebas, ni aun de apolojistas, deberia, sin embargo, apoyarse en muchos ejemplos; pero multiplicándolos, seríamos arrastrados a largas discusiones que no permite en manera alguna la naturaleza de este papel, i solo nos contentaremos con emitir algunas ideas, porque la intelijencia del lector adivinará fácilmente lo demas.

La tendencia de todo ser sensible en este mundo es necesariamente a la felicidad. Esta es una regla jeneral; i todos, sin excepcion, trabajan para llegar a este anhelado fin por la via mas segura i la mas corta. Conseguida una vez la felicidad, no puede considerarse mas que bajo dos aspectos: el primero, en que la llamaremos felicidad física, consiste en esos placeres frívolos, en esos goces momentáneos que no pueden sustraerse del imperio del hábito, i que al poco tiempo despues vuelven a sumerjir al hombre en nuevos deseos i en un nuevo tedio; el segundo, en que le daremos el nombre de felicidad moral, es aquella que conmueve mui particularmente el corazon, el entendimiento i la imajinacion, i nos acostumbra desde temprano a las máximas de la virtud i al placer de la lectura. En el uno, que es sumamente seductor, desde luego no se hace

apetecer mas que la novedad que frecuentemente se busca en vano; el otro, consagrado enteramente a la meditacion, solo ocupa al hombre en ensanchar el espíritu; i sus deseos raras veces traspasan los límites de su halagüeña soledad. En fin aquél, de poca duracion, se adquiere por medios de que la razon se desileña, i que la vejez desaprueba; i éste, envidiado por cada uno, pertenece a toda edad, a toda condicion; i tan agradable como duradero, acompaña al rico i al pobre hasta los últimos instantes de la vida, i aun a veces les abre las puertas de la inmortalidad.

Felices, pues, aquellos que pueden dedicarse desde temprano al estudio de algunos ramos de los conocimientos humanos. To los tienen, sin duda, sus hechizos i sus ventajas, desde la poesía, que por sus brillantes cuadros conmueve i hiere la imajinacien, hasta la metafísica, que nos hace conocer los resortes secretos de nuestra intelijencia; desde la historia, que nos desenrolla las revoluciones de los imperios, i los progresos de la civilizacion, hasta la filosofía, que perfecciona las facultades intelectuales i nes hace amar la verdad. Todos estos estudios son mui dignos de cautivar el espíritu de todo ser racional; pero no son menos los que, elevándonos a la contemplacion del universo, nos impulsan a estudiar la causa misma que le anima; aquellos que nos descubren todo lo maravilloso de esos fenómenos numerosos, tan singulares como importantes, que nos explican la teoría de los vientos i de las borrascas, la de esos relámpagos que nos alumbran con una luz tan particular, la de esos temblores que nos asombran con sus fuerzas, i nos intimidan con sus efectos, la de esos cometas, en fin, sobre los cuales absurdas supersticiones, trasmitidas por la credulidad en lo antiguo, subsisten aun en el vulgo... Todas estas maravillas, todos estos hechos tan singulares ¿no son capaces de conmover la atencion mas indiferente, i entusiasmar la imajinacion mas fria? Sin intentar avanzarnos hacia esc grande horizonte, delante del cual el perezoso echa pié atras, por el espanto que le causan su inmensidad i la dificultad de juzgarle, las cosas mas vulgares, aun aquellas que muchas personas desprecian... esos pequeños insectos, esos animalejos, esas plantas i tantos

otros objetos, aun mas viles i comunes, despreciados por unos i admirados por otros ¿no son un mundo de ideas para el que

quiera conocer sus costumbres, sus armas, sus astucias e inclinaciones? ¡Cuán admirable es el encadenamiento que existe entre ellos, i la armonía que preside sus acciones i los diferentes períodos de su vida! Cuando el hombre en sus profundas meditaciones puede darse razon de todas estas maravillas, contento con su suerte, tributa gracias al Todopoderoso por haberle hecho conocer lo que el vulgo no puede concebir, ni aun comprender.

Si estos placeres, si estos goces no fuesen reales, puros, i dignos de desear, ¿cuál sería el hombre que se atreviera a dejar su país para ir a estudiar esas futilidades a naciones, por lo comun bárbaras, o entre los salvajes de la Oceanía, o a esos bosques i desiertos que solo habitan enemigos terribles de la especie humana? ¿Cuántas personas no han sido víctimas de su gran celo? Sin embargo de estos tristes ejemplos, la vieja Europa, la jóven América boreal, i muchas otras naciones ilustres ven todos los dias a sus hijos expatriarse i atravesar mares inmensos por ir a escalar montañas las mas altas, i a desafiar espantosos precipicios con el solo objeto de consultar a la naturaleza en toda su belleza, i en todo su horror. Tal es el prestijio de esta ciencia, que no hai casi país, cuyas producciones no tengan sus historiadores. Ya el centro de la formidable África ha sido pisado muchas veces por sabios europeos; i los ríjidos polos boreal i austral han visto sucumbir sus heladas barreras a la dilijencia e intrepidez de los Parry, de los Weddell i de otros muchos hombres científicos a quienes una pasion decidida por todo lo que podia aumentar sus conocimientos, trasportaba a estas frias i peligrosas rejiones.

Si semejantes ejemplos no bastasen para hacer que la juventud chilena se aficione a ciencias que tienen tantos atractivos, un objeto mas noble aun, i mas filantrópico, el de la utilidad, deberia empeñar al gobierno a emplear toda clase de medios para introducir el gusto por ellas. La historia natural, la física i la química se han hecho ciencias casi populares, i la industria ha llegado a ese grado de elevacion i de perfeccion

en que la vemos, cuando los gobiernos ilustrados, convencidos. de sus utilidades, hicieron abrir, casi en todas las ciudades, cursos públicos a donde concurrian fabricantes, médicos, farmacéuticos, militares, manufactureros, agricultores, etc., a tomar conocimientos, que despues iban a poner en uso en sus talleres, sus laboratorios, sus manufacturas, etc. El estudio de la naturaleza corresponde a todas las clases i a todas las condiciones: antorcha de la sociedad en jeneral, alumbra con su bienhechora luz a todos los ramos de la industria i de las ciencias, i desarrolla al mismo tiempo la imajinacion del poeta i el juicio del literato, sometiendo sus ideas a ese espíritu de lójica i de método que constituye uno de los principales atributos de las ciencias naturales.

La riqueza de un país no consiste siempre en su crédito i en sus recursos pecuniarios: es preciso que, ademas, sepa proveerse a sí mismo; i cuando haya llegado a este estado, entónces debe considerarse, no solamente rico, sino tambien libre e independiente. En el caso contrario, puede encontrarse, a veces, en posiciones demasiado peligrosas; i para dar una prueba de esta gran verdad, recordaremos el estado en que se encontró la Francia en la revolucion de 1792 a 1800. Empeñada en aquella época en una guerra continental i teniendo que luchar contra la Europa entera, vió sus puertos bloqueados por numerosas escuadras enemigas, i absolutamente interceptada la importacion de producciones coloniales. A mas de esto, aquella tierra no producia bastante sosa para el consumo de la fábrica de vidrios i jabon, i las primeras materias de la pólvora habian sido llevadas hasta entónces, de países extranjeros. En este estado, aquella hermosa nacion que habia sacudido tan noblemente el yugo del despotismo, habria sido infaliblemente la presa de las tropas extranjeras por falta de recursos, si un pequeño número de individuos dedicados a la ciencia no hubiesen probado, en medio de la gran consternacion, que se podian remediar con facilidad tan graves inconvenientes. En efecto, el botánico demostró que se podia sacar azúcar del jugo de las remolachas por medios tan fáciles i económicos, que aun se usan hasta ahora, no obstante el bajo precio de la azúcar

de las colonias. El mineralojista enseñó el modo de extraer el azufre de las piritas, i el químico, a mas de esas preciosas e importantes innovaciones que hizo en la fábrica de armas, i en todas esas operaciones que necesitaban las circunstancias, enseñó a hacer la sosa con sal comun, i a beneficiar para las fábricas de pólvora el salpetre que se encontró abundantemente en todas las provincias. Tal fué el resultado feliz que proporcionaron estos hombres instruidos al comercio i a la industria, que la Europa asombrada vió a la Francia mucho mas floreciente que lo que habia sido jamas, i en disposicion de no necesitar en lo sucesivo de producciones de las naciones extranjeras.

Si se reflexiona ahora sobre el estado de Chile, i si, segun los pocos terrenos que se han examinado, se procura conocer la riqueza del suelo, se verá que esta república, puede en rigor, i no obstante su falta de poblacion, proveer, al ménos, a sus habitantes de todas las materias de primera necesidad. Para esto, no se necesita de sabios, sino solo de personas que tengan algunas ideas de las ciencias naturales suficientes para conceer la naturaleza i valor de las producciones para aprovecharlas Mas estas personas instruidas no existirán mientras la enseñanza pública no reciba esa gran reforma en que se trabaja desde algun tiempo. El estudio de la teolojía, de la jurisprudencia, etc., es ciertamente interesante, útil, i aun necesario en ciertos casos, pero no enseña a desmontar los terrenos, ni a mejorar la cultura. ¿Cuántos jóvenes al salir de la clase vuelven la vista a las haciendas en donde tienen sus intereses, i abrazan entónces una carrera para la cual son extraños, e incapaces de mejorar de manera alguna, i se ven obligados a seguir la vieja rutina i aprovechar ciegamente lo que puede haber enseñado el resultado de una larga experiencia?

Para remediar este grande inconveniente que no solo recla ma la agricultura, sino tambien todos los demas ramos de la industria, sería necesario variar un poco la direccion de los estudios, estableciendo un sistema al cual deba sujetarse todo alumno, para añadir a sus conocimientos algunas ideas sobre las ciencias útiles i agradables. Para conseguirlo, sería preciso

a

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