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es posible, a lo ménos es dificultosísimo, adquirir las lenguas extranjeras modernas de tal modo, que seamos capaces de percibir el mérito de lo que se ha escrito en ellas; sino por el valor incomparable de las inmortales composiciones de los oradores, poetas e historiadores latinos. Quisiéramos que nos dijese el Valdiviano, si no valen nada en su concepto las facilidades de leer a Virjilio i Ciceron en sus orijinales, o si conoce alguna version, que represente con mediana fidelidad las bellezas de estilo i de sentimiento de estos i otros escritores latinos. En aquellas obras, bebió la Europa el buen gusto; i con el renacimiento de las letras latinas i griegas, se vió rayar otra éra. La filosofia sacudió las cadenas que habian agobiado hasta entónces a la razon humana; i desapareció de las ciencias la mugre del escolasticismo. Cundió con aquella literatura resucitada el amor de la libertad, cuyas inspiraciones son tan enérjicas en las producciones de la elocuencia antigua. Todo varió de aspecto. Lo mismo sucederá entre nosotros. Con las felices disposiciones naturales de la juventud chilena, ¿cuánto no debemos prometernos de ella, si no se deja alucinar por ese espíritu de vandalismo literario, que corta el vuelo a las mas nobles aspiraciones del injenio; que, halagando a la pereza, quiere perpetuar la barbarie; i que condena, como rancios i góticos, cabalmente los mismos estudios que desterraron de Europa el goticismo, i la pulieron i civilizaron?

En cuarto lugar, la lengua latina es la lengua de la relijion que profesamos. Todo el que puede buenamente hacer su estudio, está obligado a ello, si es católico; si no se contenta con oir, sin entender, las oraciones i los sublimes cánticos de la iglesia; i sobre todo, si quiere instruirse sólidamente en su doctrina i disciplina.

En quinto lugar, apénas hai ciencia que no saque mucho partido del conocimiento de las lenguas antiguas, como que su nomenclatura es casi toda latina o griega. Sin embargo, no creemos que en el Instituto se exija a nadie el conocimiento previo del latin para cursar las clases de matemáticas o de ciencias naturales. Se pide este requisito a los que se dedican a las ciencias eclesiásticas; i el Valdiviano mismo reconoce OPÚSC.

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que en ellas es indispensable. Se pide tambien para los estudios legales, porque se cuenta por uno de los necesarios el de la jurisprudencia romana, i porque muchos de los glosadores i tratadistas de la nuestra han escrito en latin. I se pide para la filosofía, porque todos los que entran en ella lo hacen con la mira de pasar a las ciencias eclesiásticas i legales.

Pero el Valdiviano cree que es superfluo el estudio del derecho romano i perniciosa la lectura de los glosadores i tratadistas. Por lo que hace al derecho romano, nos parece que no se mira su importancia para nosotros, i aun para la mayor parte de los pueblos modernos, bajo su verdadero punto de vista. Nosotros creemos que aun la lejislacion mas clara i metódica necesita de comentarios, porque no es lo mas difícil entender las leyes (i en las nuestras no es este un negocio de pequeña dificultad), sino penetrarse de su espíritu i saber aplicarlas con acierto; operaciones delicadísimas, en que, siendo fácil al mejor entendimiento extraviarse, no le estará nunca de mas llamar a su auxilio las luces de aquellos que han ilustrado esta parte dificil de los conocimientos humanos. El jurisconsulto tiene que aplicar las leyes a todos los negocios de la vida, le es necesaria por consiguiente una exacta clasificacion de todos ellos; i como el número de las leyes es siempre infinitamente menor que el de los casos, i éstos varían infinito entre sí, sin un hilo que le conduzca por este intrincado laberinto, está en peligro de tropezar i de perderse a cada paso. Ahora bien, el derecho romano, fuente de la lejislacion española que nos rije, es su mejor comentario; en él han bebido todos nuestros comentadores i glosadores; a él recurren para elucidar lo oscuro, i restrinjir esta disposicion, ampliar aquella, i establecer entre todas la debida armonía. Los que lo miran como una lejislacion extranjera, son extranjeros ellos mismos en la nuestra.

Hai sin duda en los tratadistas un lujo excesivo de distinciones i de sutilezas; pero todas las ciencias tienen su lujo; i no es mas útil, ni mas inocente, el de la zoolojía, cuando cuenta las pintas que matian el ala de una mariposa, o el de la botánica, cuando describe los mas menudos accidentes de una

planta que para nada sirve; ni se dirá por eso que la zoolojía i la botánica son ciencias inútiles. Se abusa de las cosas mas útiles i necesarias, i no por eso es justo proscribirlas.

Si alguna nacion pudiera dispensarse de estudiar el derecho romano i de consultar tratadistas, scría tal vez la Francia, que ha reducido poco há sus leyes a un cuerpo completo, metódico i proporcionado a la intelijencia de todos; cualidades en que no se le acerca ni aun a gran distancia el cáos enmarañado i tenebroso de la lejislacion española; i sin embargo, se cultiva en Francia con celo el derecho romano, se le ilustra con nuevos comentarios, i se glosan tambien i se comentan los códigos nacionales.

Pero se dice que Justiniano fué un príncipe tiránico, i que por consiguiente debemos, como buenos republicanos, condenar a las llamas todo lo que nos venga de un oríjen tan impuro. Hagamos, pues, lo mismo con las Partidas, que son un trasunto de las Pandectas romanas, i con esa multitud de leyes recopiladas i autos acordados que dictaron los Fernandos, Felipes i Cárlos, en un tiempo en que los monarcas de Castilla no cran ménos despóticos i arbitrarios que los emperadores de Oriente. Pero no hai necesidad de hacer lo uno ni lo otro. La forma constitucional de un estado puede ser detestable, i sus leyes civiles excelentes. Las romanas han pasado por la prueba del tiempo; se han probado en el crisol de la filosofía; i se han hallado conformes a los principios de la equidad i de la recta razon. Distingamos el derecho público del derecho privado. El primero, que es el malo, nadie lo estudia en las Pandectas; pero el derecho privado de los romanos es bueno, es el nuestro, i apénas hai en él una u otra cosa que necesite simplificarse o mejorarse. Esos mismos emperadores que causan tanto horror al Valdiviano, ejecutaron en él reformas importantes, que lo han hecho mui superior al código de hierro de la república romana, i que han sido adoptadas por la mayor parte de las naciones cultas de Eu

ropa.

El derecho romano, por otra parte, es necesario para el canónico; es necesario para el derecho de jentes; i si tenemos

la noble curiosidad de explorar las instituciones i leyes de otras naciones i de consultar sus obras de jurisprudencia a fin de aprovecharnos de lo mucho que hai en ellas de bueno i aplicable a nosotros, es necesario familiarizarnos con el derecho romano, cuyos principios i lenguaje son los de toda la Alemania, los de la Italia, la Francia, la Holanda, i una parte de la Gran Bretaña.

(Araucano, Año de 1834.)

EDUCACION

La educacion, este ensayo de la primera edad, que prepara a los hombres para desempeñar en el gran teatro del mundo el papel que la suerte les ha destinado, es la que enseña los deberes que tenemos para con la sociedad como miembros de ella, i los que tenemos para con nosotros mismos, si queremos llegar al mayor grado de bienestar de que nuestra condicion es susceptible. Procurar bienes i evitar males al individuo i a sus semejantes es el objeto que nos proponemos al formar el corazon i el espíritu de un hombre; i por consiguiente, podremos considerar la educacion como el empleo de las facultades mas a propósito para promover la felicidad humana.

El carácter distintivo del hombre es la susceptibilidad de mejora progresiva. La educacion, que enriquece su espíritu con ideas, i adorna su corazon con virtudes, es un medio eficaz de promover sus progresos; i mientras mas verdaderos i mas rápidos los haga, mas contribuye a que llene perfectamente su destino el único sér que habita el globo susceptible de adelantamientos. Si es, pues, necesaria la educacion, i si es necesario perfeccionarla con las reformas que aconseje la observacion del corazon humano, es una cuestion semejante a si es necesario promover la felicidad comun i habilitar al hombre para conseguir con toda la plenitud posible los objetos que en su creacion se propuso el Hacedor.

Si bajo todo gobierno hai igual necesidad de educarse, porque cualquiera que sea el sistema político de una nacion, sus individuos tienen deberes que cumplir respecto de ella, res

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