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infancia, o al menos de aquellas primeras nociones relijiosas, apoyadas en los mejores ejemplos, que deben saborearse con la primera enseñanza, i cuya influencia benéfica se hace sentir posteriormente en todos los actos de la vida humana.

Bella i grandiosa sería, por lo mismo, la empresa de obrar un bien tan inmenso, i por medios tan sencillos i benéficos, como los que suministra la enseñanza del pueblo; i esta gloriosa i digna empresa puede i debe ser acometida, lo repetimos, por la parte selecta del bello sexo. Ella sola, erijiendo escuelas i protejiéndolas i visitándolas con frecuencia, puede abrir los ojos de la multitud ciega i menesterosa a la luz de la relijion i del conocimiento de sus primeros deberes; distinguiendo i premiando los adelantamientos i bellas acciones de la infancia, estimularla i fomentarla en el camino de la virtud para lo venidero: sus cuidados para con la jeneracion naciente suplirán la falta de madres tiernas i de preceptoras intelijentes cerca de ella; ihaciendo la felicidad de miles de sus semejantes, se granjearán el mas bello título a que debe aspirar la mujer superior i benéfica.

Hemos dicho que son fáciles i sencillos los medios de llegar a tan felices e importantes resultados; porque estamos persuadidos que desde el momento en que se obra por medio de una sociedad mas o ménos numerosa, se establecen insensiblemente la division i métodos regulares en los trabajos; la accion de cada individuo es mas fácil i espontánea, por cuanto no sale de aquel jénero de trabajo para el que naturalmente es mas apto; i la esfera en que obra toda la sociedad, se hace cada vez mas extensa, sin que se aumenten o graven los esfuerzos individuales. Tales son los beneficios que proporcionan en jeneral las sociedades, i principalmente las de pura beneficencia, segun lo experimentamos ya por las pocas que existen entre nosotros. ¿por qué fin mas noble, puro i benéfico podrian empezar sus ensayos en este jénero las virtuosas chilenas que por el de sustituirse en lugar de madres de aquella clase indijente, que se puede decir que carece de ellas, desde que no pueden comunicar a sus hijos los primeros i mas esenciales rudimentos? Que las señoras de la capital se reunan para tratar

de los medios de establecer escuelas gratuitas de niñas en la misma capital, i mui pronto su accion se extenderá a las provincias, en donde fácilmente encontrarán dignas colaboradoras: que se contenten por ahora con una sola escuela; i mediante sus cuidados i ajencia, ella servirá de modelo i norma para las que despues se establezcan, i talvez para proveer de buenas maestras a todas ellas. La educacion de los dos sexos marcharia de este modo al mismo paso, o con igual provecho; i la sociedad entera recojeria, a la vuelta de mui pocos años, todo el fruto de la beneficencia del bello sexo chileno.

(Araucano, Año de 1842.)

LA ACCION DEL GOBIERNO

Está cercano de nosotros el tiempo en que, repasando todos los sistemas de gobierno, llamando alternativamente a dirijirlos a todos los hombres influyentes o de partido, probando a costa nuestra la anarquía i la dictadura, cambiando diariamente, por decirlo así, las formas i los hombres, i todo esto sin adelantar un paso i sin conseguir el bien deseado de un órden regular i estable, o de un gobierno conservador i benéfico, cansados i abrumados, i casi sin esperanza de mejora, nos abandonábamos a un cruel escepticismo, que por desgracia vaga todavía en algunas cabezas, formadas en aquella época, cortándoles todo vuelo, toda accion benévola, progresista o rejeneradora. Entónces, a manera de otros pueblos, constituidos en iguales circunstancias, se habia establecido entre nosotros, como un principio incontrovertible, que «todo gobierno era siempre una verdadera calamidad, o al menos un mal necesario, consistiendo la bondad, puramente relativa, del mejor de ellos en el mayor o menor grado de opresion con que se hace sentir, o en el mayor o menor número de males que hace experimentar a los que le soportan. » Consecuentes con esta asercion de verdadero despecho, todos los actos públicos i aun privados llevaban la estampa de un error tan funesto. Minar sordamente el poder i hacer la guerra al ejecutivo a todo trance, era entónces un deber de los congresos i asambleas deliberantes, así como de todos los ciudadanos que se preciaban de patriotas o liberales, o que no conocian otro medio gubernativo ni

sistema político que el visionario legado por la España de 1812, calcado a su vez sobre las ideas revolucionarias o de perpetua anarquía de 1789 en Francia. En América, se exajeró, si puede ser, mas todavía; i hubo congreso de una república hermana en que se propuso la abolicion del poder ejecutivo, i diputado que brindó públicamente por el exterminio de todos los gobiernos del mundo. En una palabra, todos los esfuerzos i aspiraciones estaban cifrados en debilitar el poder i atarle las manos, haciendo de él un instrumento servil i degradado de las pasiones revolucionarias, en que se fundaban casi todos los actos públicos de aquella época de desgracias. No era extraño que el gobierno por su parte, colocado en semejantes circunstancias, sin accion para el bien, i atendiendo siempre a su conservacion o defensa, se limitase a parar los tiros de sus adversarios, i aun usase de represalias respecto de ellos, siempre que se le presentaba una ocasion favorable, cometiendo abusos o excesos que no podian ménos de pesar sobre muchos; i hacer que se mirase por todos al gobierno con mayor antipatía, o segun se decia entónces, como un mal necesario que no podia producir bien alguno positivo en favor de los gobernados. Todo entraba en la naturaleza humana, i era orijinalmente causado por las excesivas precauciones i desconfianzas de un pueblo nuevo que salia del opresivo réjimen colonial, i que no miraba en los gobiernos que se habia dado, mas que los sucesores de los antiguos reyes i sus satélites, siempre prontos a abusar i obrar de un modo despótico o arbitrario: era, sobre todo, la consecuencia necesaria de las máximas anárquicas que hemos indicado ántes, introducidas con la revolucion, esparcidas i fomentadas hasta tiempos mui cercanos de nosotros, i que retardaban la época deseada del establecimiento de la paz pública i de un órden legal, sólido i permanente.

Mas la perspectiva de semejante bien i los crueles desengaños sufridos, fueron bastante poderosos para que el buen sentido de los chilenos, primero que en otros países de Amé rica, diese de mano a tan perniciosas i funestas máximas del siglo pasado, como lo habian hecho los países mas adelanta

dos en la carrera de la civilizacion, o los mismos que las habian abrazado con ardor en aquella época de ensayos, transiciones i errores. Entónces este pueblo, digno de ser citado con elojio por su moderacion i cordura, aprovechando las lecciones de la experiencia propia i ajena, evitando los escollos i huyendo todos los extremos, fundó un estado de cosas regular i adaptado a sus circunstancias, con un gobierno conservador del órden, promovedor de los adelantamientos i limitado al mismo tiempo en el ejercicio del poder por saludables trabas, que impidiesen i corrijiesen el desenfreno i el abuso, en donde quiera que apareciesen.

Pronto se empezaron a palpar las felices consecuencias de tan ventajosa fundacion en el restablecimiento de la tranqui-. lidad pública, la seguridad individual i de las propiedades, la mejora de las rentas i el sistema de crédito público, la recta administracion de justicia, el fomento de la industria i el trabajo, i tantos otros bienes reales, ántes desconocidos, de que disfrutamos actualmente. El pueblo no pudo ménos de conocer desde luego i prácticamente que no eran solo bienes negativos los que podia proporcionar un gobierno estable i regular; i que, sin el sacrificio de aquella forma de libertad pública o individual conveniente para sus goces o adelantamientos, para su decoro o dignidad como ciudadanos de un estado libre i soberano, les era dado esperar de ese mismo gobierno bienes sólidos i positivos que redundasen en beneficio de los particulares, i de toda la comunidad.

Nadie duda ahora de que tales esperanzas se han realizado en gran parte, i que en la prosperidad de que disfrutamos actualmente, entra por mucho la accion administrativa, o la mano creadora de un poder protector i benéfico, sin cuyo impulso o auxilio, aun despues de restablecida i conservada la tranquilidad pública, mui poco o nada se habria podido obrar en la carrera de los adelantamientos. Sobre este punto, la experiencia tambien nos ha dado a conocer la vanidad o inaplicacion a nuestras circunstancias de ciertas teorías de los economistas, que ya habian recibido un desmentido solemne en otros países mas antiguos, industriosos i ricos que el nues

OPÚSC.

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