صور الصفحة
PDF
النشر الإلكتروني

EL GOBIERNO I LA SOCIEDAD

Nada mas fácil que censurar a un gobierno imputándole como culpa, no solo todo el mal que existe, sino todo el bien. que no existe; tema (este segundo) vasto i susceptible de amplificaciones oratorias tan fáciles i brillantes, que pocos escritores tienen bastante severidad de juicio para no dejar correr en ellas la pluma, aunque sea a expensas de la razon i la justicia. ¿Qué puede oponer nuestro gobierno al magnífico catálogo de lo que nos falta? Decretos i reglamentos que se llaman de rutina i de estilo, porque no tienen el poder májico de dar a la vida social un movimiento tan rápido, como el que vemos en otras naciones, con cuyas ventajas materiales i morales todos confiesan que no admiten comparacion las nuestras. Sí; el catálogo de lo que nos falta, es inmenso; i el paralelo de nuestro estado social con el de otros pueblos privilejiados, nos da pocos motivos de orgullo. Pero la razon i la justicia exijirian que para atribuir esta diferencia al gobierno; se indagase: 1.o hasta qué punto es responsable de ella, i cuáles son las medidas específicas que, en el concepto de los censores, producirian la metamorfosis instantánea que echan de ménos; i 2.o, hasta qué punto se deben esas maravillas del espíritu público i de la industria a las medidas económicas de los gobiernos en los países dichosos que nos presentan como tipos.

Es un hecho incontestable que la actividad social, el movimiento rápido de la industria, el acelerado incremento de la prosperidad, no ha sido en ellos la obra del gobierno, ni se ha

debido, sino en mui pequeña parte, a providencias administrativas; i que el principal ajente en la produccion de esos fenómenos es el espíritu público de los habitantes, favorecido por circunstancias peculiares; tales como (en sentir de algunos) la raza; una antigua educación moral i política, que ha tenido tiempo de echar raíces profundas en las costumbres; la situacion jeográfica; la fecundidad de producciones naturales ilimitadamente apetecidas por otros pueblos i fácilmente permutables por los productos de la industria extranjera; vias de transporte interior, preparadas en grande escala por la naturaleza misma; acá un suelo vírjen con medios inmensos de extension i de colonizacion, terrenos vastos, fértiles, regados en todas direcciones por rios caudalosos, navegables; i el torrente de la emigracion europea dirijido a él, primero por necesidad i luego por hábito; allá una antigua cultura, ciencias i artes florecientes, capitales acumulados por siglos. ¿Tienen estos medios a su alcance las nuevas repúblicas americanas? ¿Les es dado modificar los efectos profundos i misteriosos de la accion orgánica, que hace, segun se dice, tan diferente la fibra anglo-sajona de la céltica o de la ibera? ¿Les es dado variar en un momento las costumbres? ¿Está en sus manos crear, donde no los hai, esos instrumentos colosales de engrandecimiento a que deben su acelerado progreso los Estados Unidos, o esas producciones preciosas que han decuplado en pocos años la riqueza de la isla de Cuba? ¿Diremos a las cordilleras, allanaos; i a los torrentes, prestad vuestras aguas a la navegacion interior? I cuando tuviéramos todo ese poder en nuestras manos, nos restaria que hacer otro nuevo milagro, acercar nuestras costas a los grandes emporios del mundo. Compárense de buena fe lo que ha hecho en todas líneas la nacion chilena i los medios que el cielo ha puesto a su disposicion, con las dádivas que la naturaleza ha prodigado a otros pueblos, i no hallaremos razon para humillarla. Porque en esta parte el gobierno i la nacion tienen una responsabilidad solidaria. En vano se miraria la prosperidad nacional como la obra exclusiva del gobierno. Ella ha sido en todas partes la obra colectiva de la sociedad; i si no se puede culpar a ésta de lo

que no hace, sin tomar en cuenta sus elementos materiales, ménos se puede culpar al gobierno sin tomar al mismo tiempo en cuenta la materia i el espíritu, las costumbres, las leyes, las preocupaciones, los antecedentes morales i políticos. Proceder de otro modo es una manifiesta injusticia. Digase en buena hora lo que nos falta; nunca estará de mas repetirlo; pero esplórense las causas de esa falta; indiquense los medios do remediarla; i la reseña de los prodijios sociales de otros. pueblos será instructiva, será fecunda de resultados prácticos.

Lo que el gobierno puede prometer a sus comitentes es un deseo ferviente de merecer la aprobacion pública, una atencion asidua a los intereses de la comunidad; una resolucion firme de tomar en ellos sus inspiraciones, i no en la atmósfera de ningun partido. Lleno de estos sentimientos, acojerá siempre con docilidad las indicaciones de la prensa, que le parezcan fundadas en principios sanos i justos de política i de economía; i nunca ha estado mejor dispuesto a escucharla, que, cuando servida por escritores ilustrados, abogados celosos de la humanidad i del pueblo, la ve en estado de cumplir su mas bella i alta mision: proponer, discutir las innovaciones útiles, i discutiéndolas, prepararlas. Pero se necesitan consejos claros, definidos, no especulaciones aéreas. Los sueños dorados i las perspectivas teatrales desaparecen ante las seve ras, las inflexibles leyes de la materia i del espíritu; leyes que dejan límites harto estrechos a la esfera de accion de los lejisladores humanos.

Es preciso ver las cosas como son. El gobierno no puede obrar sin el concurso de la representacion nacional; i la reunion misma de todos los poderes politicos carece de imperio sobre ciertos accidentes materiales, i, para modificar los fenó menos morales, tiene que hacerlo por medio de las leyes, que influyen tanto mas lentamente sobre las costumbres, cuanto les es necesario valerse de ellas i de las preocupaciones mismas para ser eficaces. La marcha de nuestra república no será, si se quiere, como la de los dioses de Homero. Pero ¿quién ha dicho que todas las repúblicas, ni la mayor parte, han andado así? Lo que vemos, es que la marcha social ha sido siempre.

mas veloz donde la ha favorecido una feliz combinacion de circunstancias. Por ellas, progresan rápidamente las repúblicas norte-americanas; por ellas, la Nuova Holanda i la isla de Cuba, que no son repúblicas. Si esas circunstancias naturales i morales se desenvuelven prodijiosamente bajo el influjo de la libertad democrática, tampoco es imposible que sea tan poderosa a veces su accion, que no la retarden ni aun las trabas de la servidumbre colonial; i su concurrencia es tan necesaria, que, sin ellas, la libertad misma, la mas activa i creadora de todas las influencias políticas, obrará de un modo comparativamente débil i lento sobre los desarrollos mate

riales.

Cada pueblo tiene su fisonomía, sus aptitudes, su modo de andar; cada pueblo está destinado a pasar con mas o ménos celeridad por ciertas fases sociales; i por grande i benéfica que sea la influencia de unos pueblos en otros, jamas será posible que ninguno de ellos borre su tipo peculiar, i adopte un tipo extranjero; i decimos mas, ni sería conveniente, aunque fuese posible. La humanidad, como ha dicho uno de los hombres que mejor han conocido el espíritu democrático, la humanidad no se repite. La libertad en las sociedades modernas desarrolla la industria, es cierto; pero este desarrollo, para ser tan acelerado en un pueblo como en otro, debe encontrarse en circunstancias igualmente favorables. La libertad es una sola de las fuerzas sociales; i suponiendo igual esta fuerza en dos naciones dadas, no por eso producirá iguales efectos en su combinacion con otras fuerzas, que, paralelas o antagonistas, deben necesariamente concurrir con ella.

El autor que acabamos de citar (M. Chevalier) nos ofrece un ejemplo mui notable de la variedad con que obra el espíritu de las instituciones democráticas en los mismos Estados Unidos. «El yanqui i el virjinio, dice este célebre escritor, son dos entes mui diversos; no se aman mucho; i frecuentemente discuerdan.... el virjinio de raza pura es franco, expansivo, cordial, cortes en las modales, noble en los sentimientos, grande en las ideas, digno descendiente del gentleman ingles. Rodeado, desde la infancia, de esclavos que le excusan todo

« السابقةمتابعة »