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trabajo manual, es poco activo i hasta perczoso. Es pródigo; i en los nuevos estados, aun mas que en la empobrecida Virjinia, reina la profusion.... Practicar la hospitalidad es para él un deber, un placer, una dicha.... Ama las instituciones de su país; i con todo eso muestra con satisfaccion al extranjero la vajilla de familia, cuyos blasones, medio borrados por el tiempo, atestiguan que desciende de los primeros colonos, i que sus antepasados eran de casas distinguidas en Inglaterra. Cuando su espíritu ha sido cultivado por el estudio, cuando un viaje a Europa ha dado flexibilidad a sus formas i pulido su imajinacion, no hai lugar en que no sea digno i capaz de figurar, no hai destino a cuya altura no pueda elevarse; es una felicidad tenerle por compañero; se desearia tenerle por amigo. Sabe mas de mandar a los hombres, que de domar la naturaleza o cultivar el suelo... El yanqui, al contrario, est reservado, concentrado, desconfiado; su índole es pensativa i sombría, pero uniforme; su actitud carece de gracia, pero es modesta, i no es baja: sus ideas son mezquinas, pero prácticas; tiene el sentimiento de lo conveniente, no el de lo grandioso. No tiene la menor chispa de espíritu caballeresco, i sin embargo gusta de las aventuras i de la vida errante. El yanqui es la hormiga trabajadora; es industrioso; sobrio, económico... astuto, sutil, cauteloso; calcula continuamente, i hace alarde de los tricks' con que sorprende al comprador candoroso o confiado, porque ve en ellos una prueba de la superioridad de su espíritu... Su casa es un santuario que no se abre a los profanos... No es un orador brillante, pero es un lójico rigorosó. Para ser hombre de estado, le falta aquella amplitud de espíritu i de corazon que nos hace concebir i amar la naturaleza ajena... Es el individualismo encarnado... En Baltimore como en Boston, en la Nueva Orleans como en Salem, en la Nueva York como en Portland, si se habla de un comerciante que por bien entendidas combinaciones ha realizado i conservado una injente fortuna, i preguntais de dónde es, «es un yanqui», os responderán. Si en el sur se pasa junto a una plantacion que parece mejor cuidada que las otras, con mas bellas arboledas, con chozas

de esclavos mejor alineadas i mas cómodas, oh! es de un hombre de la Nueva Inglaterra,» oireis decir... En una aldea del Missouri, al lado de una casa cuyos cristales están hechos pelazos, i a cuya puerta riñen muchachos andrajosos, veis otra casa acabada de pintar, cercada de una reja sencilla i limpia, con una docena de árboles bien chapodados al rededor; i por entre las ventanas alcanzais a ver en una salita, tersa como la plata, una reunion de jóvenes bien peinados, i de niñas vestidas casi a la última moda de Paris. Una i otra son casas de labra lores; pero el uno de ellos viene de la Carolina del Norte, i el otro de la Nueva Inglaterra. »

La libertad no es, pues, tan exclusiva como creen algunos: se alía con todos los caractéres nacionales, i los mejora sin desnaturalizarlos; con todas las predisposiciones del entendimiento, i les da vigor i osadía; da alas al espiritu industrial, donde lo encuentra; vivifica sus jérmenes, donde no existe. Pero no le es dado obrar sino con los dos grandes elementos de todas las obras humanas: la naturaleza i el tiempo. Las medidas administrativas pueden indudablemente ya retardar el movimiento, ya acelerarlo. Pero es menester que no nos exajeremos su poder. Hai obstáculos morales que no debe arrostrar de frente. Hai accidentes naturales que le es imposible alterar. Los que la acusan de inerte o tímida, harán un gran bien al público, señalándola el derrotero que debe seguir en su marcha. Sobre todo no olviden que bajo el imperio de las instituciones populares es donde ménos puede hacerse abstraccion de las costumbres, i que, medidas abstractamente útiles, civilizadoras, progresivas, adoptadas sin consideracion a las circunstancias, podrán ser perniciosísimas i envolvernos en males i calamidades sin término.

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EDUCACION POPULAR

(Los extractos que siguen sacados de una Revista Americana, publicada hace algunos años, nos han parecido mui apli cables a las circunstancias presentes de Chile.)

I

Que haya hombres a quienes alarme la universal difusion de los conocimientos, i que aun haya respetables diarios que tomen una actitud de hostilidad contra este objeto, solo prueba cuán justa es la causa, que, a pesar de tantos obstáculos, gana cada dia terreno. Poco, empero, nos inquieta esa hostilidad, excepto en cuanto es digna de notarse i sentirse. Porque, lo que se dice de la verdad, pudiera aplicarse a la instruccion, si no fuera decir lo mismo: Es fuerte i prevalecerá.

La causa del progreso de la naturaleza humana ha ido ya demasiado léjos, sus esperanzas han echado raíces demasiado profundas, para que podamos temer que retroceda. Hai en la gran masa social un movimiento que barrerá con todos los obstáculos que se le opongan. La jeneral atencion con que hoi se mira este asunto, este vivo i serio espíritu del siglo, nos pronostica grandes cosas. El pronóstico se cumplirá. Mas, para que sea completo el suceso, es de desear que todo el mundo. se dedique esforzadamente a la correccion de los errores, al remedio de los abusos, al fomento de las mejoras. Hai mucho todavía que hacer, i particularmente en lo que debe conside37

OPÚSC.

rarse como el primero de los pasos preliminares: la educacion del pueblo.

Entre las varias materias que han ocupado los espíritus en los trescientos años que acaban de trascurrir, la educacion es una de las últimas a que ha cabido su parte en la atencion jeneral. El peso de la tiranía obligó a los hombres a meditar sobre sus derechos. La curiosidad i el amor a las especulaciones los impelieron a entrar en el vasto campo de las ciencias i de la filosofia intelectual. El natural incremento del gusto i el desarrollo de la imajinacion han enriquecido las artes i la literatura. Pero la ciencia de la educacion ha parecido presentar ménos alicientes o una utilidad ménos obvia. Los hombres podian vivir, defender sus derechos i sus opiniones, i acumular adquisiciones i placeres, sin dedicarse a esta ciencia; i estaba en la naturaleza de las cosas que antepusiesen su propio interes presente al interes futuro de sus hijos..

Así vemos que la educacion popular ha dado asunto a muchos ménos libros, que cualquiera otra de las grandes materias que afectan el bienestar de los hombres; a muchos ménos libros que las leyes, la medicina, la política o la relijion. Pero, al paso que sobre estas i otras materias hai un número infinito de libros, al paso que en los países extranjeros tantos salones, tantas galerías, tantos vastos edificios crujen bajo el peso de centenares de miles de volúmenes, se les puede recorrer todos i no hallar sino de cuando en cuando alguna olvidada obrita, probablemente superficial, sobre la educacion. Porque en esta, cɔmo en las otras cosas, la demanda es lo que produce el surtido. Si hubiese habido lectores, hubieran sobrado escritores. Aun hoi dia, cuando este asunto ha principiado a excitar la atencion, pocos son, comparativamente mui pocos, aun entre los padres que leen, los que se informan acerca de los mejores métodos de educacion. Viajes, poemas, novelas, cosas mui buenas en su tiempo i lugar, si son lo que deben ser; exhibiciones de cosas i escenas extrañas, muchas veces ficticias, tienen para los mas de nosotros mayor atractivo, que las discusiones que nos inducen a contemplar bajo todos los aspectos del interes i el deber las cosas i escenas domésticas.

Son de buen agüero para la edad que va a seguir a la nuestra el incremento que vemos cada dia en el número de los que escriben i leen obras de educacion; la direccion que toman muchos vigorosos entendimientos hacia este ramo, i el interes público que empieza a inspirar; las liberales donaciones con que lo fomentan los hombres de fortuna; la porcion de individuos de educacion i talento que ejercen el encargo de instruir a la juventud, no solo en nuestras universidades i colejios, sino en los liceos, academias i escuelas; i el emolumento que reportan por sus tareas, que en muchos casos es superior al de cualquier otro trabajo intelectual en este país. Este conjunto de circunstancias, unido, como lo está, a nuestras instituciones libres, i a los afortunados auspicios de nuestra condicion nacional, nos alienta a indefinidas esperanzas de progreso i mejoras, así en los principios, como en los métodos de educacion que hemos adoptado.

Este órden de cosas nos convida a indicar algunas de las reformas i adelantamientos que reclama, a nuestro juicio, el espíritu del siglo en que vivimos, reformas i adelantamientos que en realidad principian ya a tener efecto, i que se desenvolverán sin duda sobre una mas amplia escala en nuestros sistemas de enseñanza. Casi involuntariamente damos a nuestras expresiones el tono de la esperanza i la anticipacion; pero desde ahora anunciamos que debemos hablar de defectos i males que han prevalecido, i todavía prevalecen demasiado, en nuestros establecimientos literarios. Premitiremos tambien que vamos a ceñir principal, sino enteramente, nuestras observaciones a la educacion, no de los que siguen las carreras científicas, sino de la masa del pueblo, a la educacion popular; a los estudios que se hacen en nuestra lengua nativa en las escuelas comunes o de gramática, i en los colejios de niñas. I como nos hemos propuesto considerar la educacion en sus mas humildes escenas, nos limitaremos a obvias i sencillas indicaciones, cuya justicia reconocerán todos, aunque sean pocos los que se gobiernen por ellas.

Lo primero que es menester en un sistema de instruccion popular, es que sea intelijible; que los niños i los jóvenes

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