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VIAS DE COMUNICACION

I

Vemos con placer en la memoria del secretario jeneral de la sociedad de agricultura i beneficencia, publicada en el Agricultor de noviembre, la reseña de los trabajos en que esta útil corporacion se ha ocupado durante el año último, trabajos que por su institucion se limitan a estudiar las necesidades de nuestra industria i a proponer las medidas conducentes a su fomento, como tambien los medios de hacer mas eficaz i fructuosa la caridad pública, cuando extiende una mano favorecedora a las clases que sufren; dos especies de objetos que ticnen entre sí una conexion mas estrecha de lo que a primera vista aparece; porque animar la industria, variarla, extenderla, es obrar a un tiempo sobre todas las modificaciones del mal moral i físico que aflijen a la sociedad, i atacarlas en su fuente.

Entre estos objetos, se recomiendan algunos mas particularmente por su importancia; i quizá no hai uno que en el momento presente deba empeñar mas la solicitud de la sociedad que el de los marjales o reveniciones que de algunos años a esta parte han cundido con espantosa rapidez en la provincia de Santiago, inutilizando terrenos preciosos para el cultivo, i amenazando invalir a la capital misma. Sería de descar, para que pudieran aplicarse a esta plaga los correctivos convenientes, que se averiguase su causa; porque la que universalmente se reconoce por tal el riego del llano de Maipo) es, a nucs

tro juicio, inadecuada. Observaciones cuidadosas sobre los periodos de las creces, i sobre la situacion de los terrenos revenidos, hechas por personas intelijentes, i precedidas de nivelaciones exactas, podrian dar mucha luz sobre este importante problema, en que versan talvez consideraciones jeolojicas; i la residencia en Santiago del sabio i laborioso Domeyko, que nos felicitamos de ver alistado entre los miembros de la sociedad de agricultura, es una circunstancia feliz, de que podemos aprovecharnos, sea para indagar las ajencias naturales que coneurran a este ominoso fenómeno, sea para tratar de combatirlas; porque el mal es grave, i su remedio urjente. Bajo este i otros puntos de vista, la cooperacion de un hombre como don Ignacio Domeyko es preciosa para la sociedad.

Otro grande objeto de los trabajos de este cuerpo es el de las vias de comunicacion i trasporte; objeto de tan decidida importancia en el estado actual del país, que no hemos podido explicarnos la indiferencia con que lo mira El Mercurio (del 15 de diciembre de 1846), ni leer sin extrañeza esta cláusula: «El único medio (de proveer a él por ahora) es fomentar el comercio, i darle toda la libertad posible a fin de excitarlo a internarse en el país: entónces vendrian necesariamente las vias de comunicacion.» A nosotros nos parece (permítasenos la expresion) tan absurdo este juicio, como si tratándose del fomento de una manufactura, i de facilitar i multiplicar sus productos por medio de una máquina, cuyos buenos efectos hubiese demostrado en todas partes la experiencia, se dijesc: el mejor medio de mejorar esa manufactura es fomentarla, darle toda la libertad posible: entonces vendrian necesariamente las máquinas. La comparacion es de una exactitud evidente. El trasporte de las mercaderías es el ministerio industrial del comercio; los caminos, las calzadas, los canales, los puentes, son las máquinas que facilitan i fertilizan esta especie de industria. Nadie duda de que convenga dar al comercio toda la libertad posible; i si El Mercurio encuentra que no se le ha dado toda la que se pudiera, indique los medios de aumentarla hasta donde le parezca que se puede. Pero en cualquier estado del país i de su comercio, ¿dejará de influir ventajosamente en éste todo ahorro en los costos

del trasporte, que es un ahorro en los costos de su produccion peculiar? Fomentar el comercio, dice El Mercurio, que es el único medio de proveer a las vias de comunicacion que le faltan. Pero ¿de qué se trata, cuando se procura proporcionárselas, sino de fomentar el comercio? No hai época de las sociedades en que las vias de comunicacion no sean un objeto directo de especulacion i trabajo. ¿Se coloniza un país desierto? Lo primero es unir sus esparcidos caseríos, abriendo, por lo pronto, veredas que conduzcan de unos a otros. ¿Crece la poblacion, èrece con ella la riqueza, crece con ambas la necesidad de los cambios, i la cantidad de los objetos que se cambian? Las sendas se hacen anchos caminos; por donde ántes transitaba con dificultad i peligro un hombre, es preciso que transiten ahora recuas i carros, i que transiten sin peligro; es preciso suavizar lo escarpado, desecar los pantanos; a la balsa insegura, sucede el puente; el puente mismo se hace progresivamente mas cómodo i sólido; a las vias terrestres, se sustituyen las acuáticas; hasta que en una época de la mas adelanta la civilizacion i opulencia. llama el comercio a su servicio nuevos i mas poderosos ajentes naturales, que obren en grande escala i hagan mas i mas rápidas, ménos i ménos dispendiosas las comunicaciones. Varían con el desarrollo de la sociedad las especulaciones i los trabajos que tienden a multiplicar i facilitar los trasportes; pero, en ninguna de las fases de un pueblo, es lícito olvidar este objeto. El problema que se trata de resolver en una época dada, recae sobre la especie particular, sobre las direcciones, sobre la administracion i policía de caminos, que mas le convengan; pero no hai ninguna en que las vias de comunicacion bajo esta o aquella forma no merezcan ocupar la atencion del lejislador i del hombre de estado; bien que con una diferencia importante. Para un comercio pobre i atrasado, es necesaria la intervencion continua i solícita del poder público; a proporcion que prospera, concurre mas directamente a la resolución especulativa i práctica del problema; i llega al fin el tiempo en que no ha menester auxilio externo, i puede él solo proveer a sus necesidades. Tener un gran comercio debe ser entre nosotros lo primero; sin duda; i para tener un gran comercio, es para lo que es preciso

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pensar, i pensar desde luego, i pensar continuamente en abrir, en ensanchar, en hacer mas i mas numerosas i expeditas las comunicaciones. Disminuir los costos de trasporte es lo que pide siempre i con instancia el comercio; lo que pide en Chile, i lo que pide en Inglaterra; lo que pide a los pueblos que se lanzan a la carrera industrial, i lo que pide a los pueblos que parecen acercarse al último término de esta carrera; término, sin embargo, que jamas se toca, por mas cercano que parezca. Cómo deba trabajarse en esta obra perpetua, es el problema especial de cada país i de cada época, i al que invoca la sociedad de agricultura la atencion de sus miembros i del público.

II

No hai ninguna época social en que no sea necesario atender a las vias de comunicacion; ora se tome en consideracion el comercio mismo, ora se consulten otros intereses de la sociedad no menos importantes que el interes comercial. Esta es una verdad que apénas habria necesidad de enunciar; i de ella se sigue que en la época presente de Chile, como en otra cualquiera, toda la diferencia de opiniones, relativamente a caminos, no puede consistir sino en que unos crean preferible proveer a este objeto de un modo, i otros de otro.

¿Qué dice a esto El Mercurio? Dice que el artículo en que hemos expuesto esas ideas, se refuta a sí mismo. Dijimos que, desde la primera planta de un pueblo, se abren los primeros caminos, i que, creciendo la riqueza i comercio, se multiplican i ensanchan progresivamente las vias de comunicacion; lo cual, segun El Mercurio, se reduce a decir, que, en habiendo pueblos, riquezas i comercio, habrá caminos, i es repetir, con otras palabras, la asercion que él sostiene i que nosotros impugnábamos. Pero ¿hemos dicho, por ventura, que, a medida que se forma i se acrecienta un pueblo, nacen espontáneamente, sin la ajencia del hombre, i como por una especie de encanto, las carreteras, las calzadas, los puentes, los canales, los ferrocarriles? ¿Se produce todo esto, sin que la sociedad piense i trabaje en producirlo? ¿I puede imajinarse estado alguno so

cial en que se deba mirar este objeto con la indiferencia que El Mercurio recomienda?

Se coloniza un país desierto, dijimos; i al instante es necesario unir sus esparcidos caseríos, abriendo por lo pronto veredas. Nó, dice El Mercurio; lo primero es construir caseríos; lo segundo, abrir veredas, que abren siempre los dueños para trasportar sus productos: lo que, si quiero decir algo, es que, mientras no haya casas, ni pueblos, ni productos que trasportar, no hai necesidad de caminos; descubrimiento cuya orijinalidad no disputaremos.

Los dueños, dice El Mercurio, son los que abren esas veredas, porque la necesidad los obliga a ello.-De manera, que el poder público, desde el primer embrion de la sociedad, debe abandonar la materia de caminos al cuidado i celo de los particulares. ¿Es esa la mente de El Mercurio? ¿Es el mejor sistema de vias de comunicacion el que los particulares puedan crear por sí solos, sin que nadie los excite, concierte, i dirija? Si es así, han errado groseramente todas las naciones del mundo, porque ninguna ha existido ni existe, de aquellas en que el comercio, la civilizacion no han permanecido en mantillas, donde el poder público no haya tomado sobre sí la inspeccion i direccion, por lo ménos, i en casi todas las épocas de su historia, la ejecucion i administracion de esas obras. Aun en aquel estado de adelantamiento, de que nosotros nos hallamos todavía a cierta distancia; en aquel estado en que los hombres tienen bastantes luces i espíritu público para ceder espontáneamente una parte de su interes privado, de su interes del momento, al interes comun, al interes permanente; aun en ese estado, el poder público toma, casi siempre, si no la iniciativa en esas obras, una participacion importante.

El Mercurio declama contra la tarifa que impide los lucros del comercio, contra el reglamento que lo encadena; comprende en su filantrópica simpatía hasta el comercio de contrabando, que es el que la cohorte de guardas tiene interes en hostilizar, i cuyos despojos se reparte. Lo cierto es que con esa tarifa que impide los lucros del comercio, lo hemos visto aumentarse progresivamente. El surtido de artículos extranjeros en

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