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cion del latin se acomodase a todos los hábitos que prevalecieron en el habla ordinaria.*

Esta práctica se explica naturalmente suponiendo que así como varía de una nacion a otra la duracion de la pausa entre los varios vocablos,** así tambien ha variado en las diferentes

* Com vos ozroiz, se je önques en di.

Como vosotros oireis, si yo jamas de ello hablo.

(Gerard de Vienne.)

Cil li conta ce que il sot de fi.

El le contó lo que él supo de fijo.

(Ib.).

Era un simple clérigo, pobre de clerecía,

(Milagros de Nuestra Señora.)

Que despierta el pueblo que siede adormido.

(Sacrificio de la Misa.)

Vatum poli öracula.

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(Rhythmus in obitum Caroli Magni,

Muratori, Scriptores rerum italicarum, t. II, p. II.)

Esta omision de la sinalefa llegó a ser frecuentísima en latin, sobre todo en los versos no sujetos a la observancia de cuantidades.

** Los italianos pasan mas rápidamente que los españoles de una vocal a otra, sea en uno mismo, sea en distintos vocablos; i así reo, mio, que en medio de un verso italiano tienen la duracion de una sílaba, para los españoles valen constantemente dos. De aquí proviene elidirse tan amenudo las vocales finales de los italianos, como en quest' ora, pover' uom, que en castellano casi nunca sucede; i el no parecerles a ellos duras ciertas sinalefas que en nuestra versificacion dificilmente se tolerarian.

Los españoles respectivamente hacen mayor uso de la sinalefa que los ingleses; i así el hiato de estos versos:

The fairest she of all the fair of Troy,

(Pope.)

Howl o'er the marts and sings thro' ev'ry wind,

sería desagradable en nuestra lengua.

(Id.)

De aquí nace nn defecto harto comun en la pronunciacion inglesa

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épocas de una misma lengua; i que en otro tiempo era mayor que en el dia.*

En consecuencia, debia ser ménos ofensivo el hiato, i la sinalefa no tan frecuente como ahora. I como esta pausa se exajera en las cesuras métricas, i en el fin mas que en el medio del

de los españoles, que es pasar con demasiada velocidad de la vocal final de una diccion a la inicial de otra, profiriendo, verbi gracia, very amiable, como si solo formase cuatro sílabas. Los ingleses, al contrario, pronunciando el castellano, se detienen demasiado entre los vocablos. El saludo ordinario cómo está usted, en que para nosotros no hai mas de cuatro sílabas, en boca de un ingles suele tener cinco o seis.

Parece que cuanto mas abundan las vocales en una lengua, tanto mayor es la volubilidad con que se pronuncia, menor de consiguiente la pausa entre diccion i diccion, mas frecuente la sinalefa en el habla comun, i mas necesaria en el verso.

* En favor de esta suposicion, se puede observar que cuando la lengua descarta una articulacion que separaba dos sonidos vocales, se conserva por mucho tiempo una pausa entre las vocales contiguas. En liar, por ejemplo, acostumbramos todavia detenernos entre la i i la a tanto espacio como si se conservase la g de ligare. Donde hoi decimos reina, disílabo, decian nuestros mayores reina, trisílabo, en el mismo tiempo que regina. Nuestro ser era seer, de sedere, i nuestro siendo, seyendo de sedendo. Volaille era volaille de volatilia; chanteur, chanteur de cantatore, i así en otras innumerables voces castellanas, francesas, etc. El proceder de las lenguas en las mas de sus contracciones i abreviaciones ha sido ahogar primero los sonidos articulados, sin hacer novedad en el tiempo o duracion de las sílabas; disminuir luego la pausa entre las vocales vecinas, reduciéndolas a diptongos; i convertir en seguida los diptongos en sonidos simples. Lo mismo que en una sola diccion, se verifica entre dos. Primero se decia la fermosura, díjose luego la ërmosura en cinco sílabas, luego la ermosura en cuatro; i en italiano se hubiera dado un paso mas diciendo l'ermosura. La omision de la sinalefa en voces que comenzaban por h, dió motivo a que algunos pensasen que nuestros poetas castellanos del siglo XVI aspiraban esta letra, pronunciando jermosura, jablo, jasta, etc.; pero si así fuese, hubieran omitido siempre la sinalefa en dichas voces, i no viéramos que un mismo escritor (frai Luis de Leon) la comete i la omite en una misma voz, aunque mas ordinariamente lo segundo.

Si consideramos, pues, el gran número de articulaciones finales que se desvanecieron en el tránsito del latin al romance, no parecerá ex

verso, la cesura media de los primeros versificadores debia prolongarse un poco mas que nuestra cesura media, i en la misma proporcion su cesura final mas que nuestra cesura final.

Otra causa que no pudo ménos de contribuir a esto, fué la coincidencia perpetua de las pausas de la sentencia con las del ritmo. En nuestra versificacion, el período lójico suele ir por un camino, i el periodo rítmico por otro distinto; lo cual, léjos de ser un defecto, se mira con razon como necesario para dar gracia i variedad al metro. Pero no sucedió así en la primera época de la poesía de pueblo alguno.*

Los versificadores mas antiguos de las lenguas modernas construian las palabras de manera que bastaba el sentido para repartirlas en los miembros o hemistiquios del verso, i el lector ménos ejercitado no podia ménos de hacer, al tiempo de pronunciarlas, una pausa considerable en la cesura media, i otra

traño que, en tiempos tan cercanos a la lengua materna, fuese mas frecuente el hiato, i ménos desagradable que ahora..

Naturalísimo era pronunciar que il de quod ille, era ün de erat unus, despierta el de experrectat ille; i que hecho familiar el hiato, se extendiese a los casos en que no lo autorizaba la etimolojia, i aun a la pronunciacion del latin. Finalmente, el omitir tan amenudo la sinalefa supone de necesidad el hábito de hacer entre los vocablos una pausa mayor que la que se acostumbra en el dia.

* A buen seguro que no se hallará en todo Berceo una copla como la siguiente del Arcipreste de Hita:

Como dice Aristóteles, cosa es verdadera, el mundo por dos cosas trabaja: la primera, por haber mantenencia; la otra cosa era,

por haber juntamiento con fembra placentera.

En todo el Poema del Cid, creo que no hai mas de un solo ejemplo de sentencia terminada en principio de verso; que es este:

Vuestra virtud me vala, | Gloriosa, en mi egida, |

e me ayude: ella me acorra | de noche e de dia. |

El paralelismo, si es lícito decirlo así, del sentido con el metro, es uno de los caractéres que distinguen nuestros romances verdaderamente antiguos de las imitaciones del siglo XVI o XVII.

mayor en la cesura final. Aunque ambas cesuras absorbian igualmente las silabas graves i rechazaban la sinalefa, la respectiva desigualdad de su duracion distinguia sensiblemente el fin de los miembros o hemistiquios, del fin de los

versos enteros.

Pasando ahora de las cesuras a los acentos, la primera cuestion que se presenta es, si hai entre las modernas alguna lengua destituida de acento, o en otros términos, si hai pueblo que no acostumbre elevar la voz en una sílaba invariable i fija de cada diccion. Algunos críticos franceses sostienen que no hai acento en su lengua. A mí, sin embargo, confieso que me hacen fuerza los argumentos que en apoyo de la opinion contraria alega el señor Scoppa en sus Principios de la versificacion.* Las leyes del acento frances parecen ser mas simples i uniformes que las que gobiernan el de las otras lenguas, elevando constantemente la última vocal de todas las dicciones, salvo que esta vocal sea la e femenina o sorda. Semejante simplicidad comparada con lo vario de las otras lenguas, i aun de algunos dialectos de la francesa, es acaso lo que ha dado motivo a pensar que esta última carece absolutamente de tonos. Es natural que los franceses pronuncien el latin conforme a los hábitos que han contraído en el habla comun; i ya que en su manera de recitarle percibimos distintamente que elevan siempre la voz en la última sílaba,** ¿no es de creer que esto provenga de que así lo hacen en su idioma nativo?

Pero cualquiera opinion que se forme respecto del acento frances en el estado presente de esta lengua, no es dudable que en el frances antiguo se conservasen por mucho tiempo aque

Parte I, capítulo I, i siguientes.

** De aqui es que el asclepiadeo latino:

Maecenas atavis edité regibús;

tiene hoi a los oídos franceses la misma cadencia i número que su alejandrino; i de aquí procede tambien que los hexámetros i pentámetros con que los franceses han querido recientemente imitar en su lengua la estructura de aquellos versos latinos, parezcan a nuestros oidos enteramente destituidos de ritmo.

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llas modulaciones que las otras lenguas de la Europa Meridional heredaron de su madre la latina. La supresion de las sílabas finales graves de los vocablos latinos, salvo las que tomaron la e femenina, caracterizó al romance frances desde mui temprano; i conservando sus vocablos el acento agudo en la misma silaba que solia elevarse el latin, era menester que fuesen oxítonos; i solamente cuando la vocal de la última sílaba era la e femenina, baritonos. Esto, sin embargo, no pudo haber sido tan jeneral en los primeros tiempos del frances como ahora, i debió irse estableciendo gradualmente, al mismo paso que se iban ahogando i desvaneciendo las sílabas graves finales del idioma latino; porque la conversion de un habla en otra es necesario que se haga lentamente i por grados imperceptibles.

El acento parece obedecer en todas las lenguas, i en todas las épocas de una lengua, a la lei fundamental de elevar una vocal en cada diccion, i no mas de una. Con todo, así como ántes observé que esta lei no era tan universal, que no hubiese algunas palabras destituidas de acento agudo, así tambien debo observar ahora que lo de no haber mas de una sílaba aguda en cada vocablo no es tan rigorosamente exacto, que no pueda muchas veces reconocer el oído en una misma diccion dos elevaciones de la voz, la una a la verdad fuerte, i la otra débil, pero ambas suficientemente perceptibles. Para que esto se verifique, es necesario que la diccion tenga tres o mas sílabas, i entónces, a mas del acento principal, se percibirá otro secundario, que en ningun caso está contiguo al primero; verbi gracia:

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2 1 2 1 1 22 Naturaleza, fuentecilla, lágrima, barbaridad.

La mejor prueba de la existencia de este acento es la que suministra en algunas lenguas la práctica de los poetas, que comunmente, i por un proceder ordinario del arte, emplean como equivalentes la sílaba aguda i la última sílaba de una diccion esdrújula. Así, en efecto, lo acostumbran hacer los grie

Es preciso confesar que en la versificacion italiana i española no se saca ningun partido de la afinidad de estas dos especies de sílabas,

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