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jamas a influjos personales, que no traicionó jamas sus convicciones, que jamas se arredró de expresarlas; un culto al honor nacional que rayaba en lo caballeresco; aquel rarísimo patriotismo, que busca el bien sin mendigar la popularidad; todo esto sostenido, adornado por una clocuencia de razon, fácil, fluida, animada, espontánea, llena de rasgos felices, sin la menor apariencia de estudio. De sus cualidades sociales i domésticas, ¿qué puedo decir que no sea sabido de los que me escuchan? ¿Quién ignora cuán elevado, cuán profundo, fué en don Mariano Egaña el sentimiento relijioso? Esposo i padre tierno, i no ménos tierno hijo, que llevaba el amor a la memoria de su venerable padre hasta la idolatría; amigo fiel, consecuente, servicial; liberal bien hechor de la humanidad doliente i de la pobreza desvalida; alma afectuosa i enérjica, i sin embargo cerrada al odio i la venganza; sus antipatías eran todas al crímen, a la prevaricacion, a las contemplaciones indebidas, a la perniciosa induljencia. Yo no temo que se me culpe de exajeracion, cuando digo que la naturaleza no presenta, sino de tarde en tarde, un conjunto tan espléndido de virtudes i de talentos. I aun no lo he dicho todo: aun no os he hablado de aquella amabilidad de trato, que, en medio de su desprecio, talvez excesivo, a las exterioridades frívolas que la sociedad impone como deberes, i cuya omision es la que ménos perdona, daba tanta gracia a su conversacion, i la hacía tan instructiva, tan interesante, i tan exenta de pedantería; ni de aquella franqueza jenial, que trasparentaba todos los movimientos de su alma; ni de aquella noble hospitalidad de su casa de campo, asilo de recreacion inocente, monumento de amor filial, adornado con esmero i gusto i a no pequeña costa; todavía la mas bella residencia campestre en Chile, i uno de los primeros objetos de curiosidad del viajero que visita la capital.

Contrayéndome a lo que tiene relacion con la universidad i la instruccion pública, don Mariano Egaña tomó siempre una parte principal en los trabajos del consejo universitario, asistió con la mayor asiduidad a sus reuniones, fué el alma de sus deliberaciones, i propendió en él con especial celo a la

difusion de la enseñanza relijiosa i moral. Sabido es que hizo. un estudio particular de la historia i antigüedades chilenas: ha dejado una coleccion de documentos curiosos que las ilustran, i apuntes históricos de su pluma. Formó una rica biblioteca, en que no se ha olvidado ningun ramo de ciencia o de literatura; i en que no faltan obras de las que por su precio no están a el alcance de muchos, no pocas de ellas únicas en el país, raras algunas en la misma Europa, copiosa sobre todo en historia i jurisprudencia, i lo que a mi juicio la recomienda particularmente, adaptada al uso de lectores americanos, de lectores chilenos. Yo que he tenido la ocasion de rejistrar este opulento depósito, me he convencido de que, al formarlo, se tuvo mui presente a la América Española i a Chile. Comprado por la nacion, que ha querido vincular allí para siempre la memoria de aquel ciudadano ilustre, ornamento de la humanidad i gloria de Chile, estará pronto abierto a la juventud estudiosa i al público. Don Mariano Egaña vivirá así para la patria, a quien fué arrebatado en una época de la vida en que el vigor de las facultades intelectuales la daba todavía la esporanza de largos e importantes servicios.

Aun al lado de este hombre eminente, pueden aparecer sin deslucirse, dos venerables sacerdotes, dignos de recordarse por lo que hicieron en favor de la instruccion pública. El primero es el ilustrísimo señor don José Ignacio Cienfuegos. Decidido, desde que dió Chile el primer grito de libertad, a sostener tan santa causa, trabajó en ella esforzadamente, como ciudadano, como miembro del poder ejecutivo, como miembro de la lejislatura. Confinado al presidio de Juan Fernández, fué allí el consuelo de sus compañeros de destierro. Despues de aquella época de infortunio para las armas de la patria, se le nombró gobernador del obispado de Santiago; i no necesito recordaros el celo con que en este destino se consagró a la iglesia chilena, no ménos que a los intereses del estado, como miembro del senado conservador i como diputado de Talca. Cura de aquella ciudad, no contento con ejercer dignísimamente su evanjélico ministerio, habia contribuido, de su propio peculio en gran parte, a la construccion de la iglesia i de una hermosa

casa de ejercicios espirituales. Fué prebendado de la catedral de Santiago, en la cual ascendió hasta la dignidad de dean. En edad ya avanzada, impulsado por el anhelo de promover el bien de la iglesia chilena, hizo dos viajes a la capital del mundo católico; el primero con el carácter de ministro plenipo tenciario, en que obtuvo de la santidad de Pio VII concesiones importantes, i la mision de un vicario apostólico provisto de plenísimas facultades para el arreglo de los negocios eclesiásticos. En el segundo, enteramente privado, se le condecoró con la mitra de Retimo in partibus infidelium, aceptada con la mira de proveer a las necesidades de Chile, donde no habia a la sazon ningun pastor de igual jerarquía. Instituido despues para la diócesis de Concepcion, desplegó allí con nuevo lustre el espíritu apostólico de que estaba animado. Presentes tencis las inestimables prendas de este benemérito sacerdote: un patriotismo que no se desmintió jamas; una constante dedicacion al servicio de la iglesia i del estado; un celo virtuoso, templado por la prudencia i la mansedumbre; una ilustracion. superior; una intachable pureza de conducta; una atractiva suavidad de carácter. En medio de las graves ocupaciones que os he bosquejado, sirvió meritoriamente a la instruccion pública. En 1819, desempeñó a satisfaccion de todos la comision que se le confirió para el restablecimiento del Instituto Nacional. En 1820, escribió i dió a luz a sus expensas un Calon cristiano político para el uso de las escuelas. En su segundo viaje a Roma, hizo imprimir allí, a sus expensas tambien, el Catecismo de doctrina cristiana, que goza de tan merecida reputacion, i de que repartió gratuitamente en el país innumerables ejemplares. El célebre abate Molina habia puesto a disposicion del señor Cienfuegos, su deudo, una valiosa hacienda situada en la provincia del Maule; i el señor Cienfuegos la cedió a Talca, para que se empleasen en la educacion de la juventud sus productos, que forman la principal renta del colejio de aquella ciudad.

Don José Santiago Íñiguez es el segundo de los individuos del clero chileno que creo dignos de memoria como bienhechores de la instruccion pública: sacerdote venerable; modelo

de sencillez i austeridad en la vida privada; lumbrera de la iglesia de Santiago por sus virtudes i por su vasta erudicion en las ciencias sagradas. Versado tambien en las ciencias i la literatura profanas, fué el primer profesor de economía política en el Instituto Nacional, donde enseñó ademas el derecho natural i de jentes, como teolojía i humanidades en el Seminario Conciliar. Ejerció con distincion el profesorado; i a pesar de su quebrantada salud concurrió a los trabajos de la facultad a que pertenecia. Selló sus eminentes servicios a la relijion i a la nacion, destinando su cuantioso patrimonio a objetos de beneficencia pública.

Otro nombre, señores, se asoma a mis labios, que no me es posible pronunciar. Ya concebis que alu a un jóven que, nacido en Inglaterra, se formó principalmente en Chile; que casi niño fué profesor del Instituto Nacional; que contribuyó alli bastante al restablecimiento del estudio de la lengua latina; que en una gramática de este idioma introdujo por la primera vez las doctrinas de la filolojía europea de los últimos años; que dejó acopiados materiales para una segunda edicion de aquella obra en que desgraciadamente hubo de trabajar otra mano; que cultivó la literatura con suceso; que se distinguió en el foro desde que entró en él; que fué precipitado al sepulcro en la flor de la vida, malogrando las mas bellas esperanzas. El vecindario de Santiago le lloró, i conocia solamente la mitad de su alma.

Hai otro asunto, i será el úitimo; mas personal, si cabe. Reelejido casi unánimemente por este ilustre cuerpo para el primer lugar de la terna del rectorado vacante; reelejido de este modo en la reunion universitaria mas numerosa que se ha visto hasta ahora, debo aprovecharme de esta primera oportunidad para dar a la universidad un testimonio público de mi profunda gratitud. Debo darlo asimismo al excelentísimo señor patrono, que se ha dignado confirmar el sufrajio de la universidad. Debo darlo al señor ministro de instruccion pública, que se ha servido mencionar a las cámaras lejislativas mi reeleccion en términos tan honoríficos para mí. Pero la mejor muestra de mi reconocimiento será la consagracion de

mis débiles fuerzas al servicio de la nacion chilena, mi constanto favorecedora, de la universidad i de la juventud estudiosa, en quien (lo he dicho muchas veces i me complazco en repetirlo) en quien tengo una fe sincera: la patria, que hace tanto por ella, que espera tanto de ella, a cuya organizacion es llamada ella a poner la última mano, no verá frustrada su esperanza. Contribuir a este venturoso resultado, es la mision de la universidad en la esfera de sus atribuciones. Para la parte que en esta mision me toque a mí, siento no poder ofre ceros mas que celo i trabajo. Contad con ellos, mientras me quede un resto de vida i de fuerzas.

(Anales de la Universidad, Año de 1848.)

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