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artificiales en la poesía era su distancia misma, i el estar situadas i contrapuestas en los lugares mas obvios, esto es, en las pausas de la versificacion. Pero que semejante estructura no tenia por objeto la rima es evidente, pues a cada paso la vemos adoptada, sin que las palabras contrapuestas rimen.

Mr. Guinguené trae a la pájina 495 del tomo I de su Historia literaria de Italia los versos siguientes de la primera oda de Horacio en prueba del frecuente uso de las consonancias en los poetas latinos del siglo de Augusto:

Evitata rotis palmaque nobilis.
Terrarum dominos evehit ad deos.
Hunc si nobilium turba quiritium.
Illud si propio condidit horreo
quidquid de libycis verritur areis.

Stratus nunc ad aquæ lene caput sacræ.

Pero en esta misma oda se hallan los versos siguientes en que hai simple concordancia sin rima:

Maecenas atavis edite regibus.

Certat tergiminis tollere honoribus.
Agros attalicis conditionibus.
Est qui nec veteris pocula Massici.
Nec partem solido demere de die.
Spernit nunc viridi membra sub arbuto.
Seu visa est catulis cerva fidelibus.
Seu rupit teretes marsus aper plagas.
Nympharumque leves cum satyris chori.

No parece que en la poesía clásica la consonancia del sustantivo con el adjetivo era mas frecuente i estudiada cuando se contraponia así en las cesuras i finales, que en otra situacion cualquiera.

La separacion del sustantivo i del epiteto, aunque no necesaria para la elegancia del estilo poético, sonaba sin embargo mucho mejor en éste, que en el período oratorio. Así se ve que los poetas recurrian frecuentemente a ella, i parece como que hacian gala de aquel desvío de la construccion ordinaria, presentándole del modo mas aparente para herir con viveza el oído.

Podemos tambien resolverla en el principio de simetría, que talvez sujirió aquel medio para establecer, dentro de una misma cláusula, cierta correspondencia entre los remates de los hemis tiquios o de los versos. Como quiera que sea, los mejores poetas la usaron mui moderadamente; i Ovidio fué, segun creo, uno de los primeros que se excedieron en su uso; el cual, haciéndose cada dia mas frecuente, produjo aquella fastidiosa uniformidad de cadencia i de estructura que observamos en los versos de los primeros siglos de la éra cristiana. I como de aquí resultaban a cada paso rimas en los pasajes que mas llamaban la atencion, no era extraño que parecieran estudiadas, i que sucesivamente lo fuesen; i que al cabo llegasen a ser un aliño indispensable del verso.

Pero lo que contribuyó sobre todo a introducir un nuevo modo de versificar fundado en la union de la consonancia con el ritmo, fué la corrupcion del lenguaje latino, en que, oscurecida la diferencia de largas i breves, se hizo necesario agregar o sustituir a las antiguas leyes métricas otra especie de armonía mas perceptible a los oídos del vulgo. Las consonancias, que al principio habian sido un efecto necesario de la contraposicion de ideas análogas, i que, si alguna vez se buscaban, era solo para expresar aquella analojía con mas viveza, dejaron entónces de hablar al entendimiento i de tener conexion alguna con el sentido. Dióseles, pues, la plenitud necesaria para la satisfaccion del oído, a quien ya únicamente se dedicaban; i parcciendo tanto mas felices, cuanto eran ménos fáciles de procurar, llegó por último a cifrarse el primor del arte en que las voces consonantes tuvieran entre sí la menor afinidad gramatical que fuese posible.*

* No hablo aquí de otra afinidad que la que resulta de la derivacion por inflexiones semejantes. Asi venia rima mejor con dia, que con sentia; blancura, mejor con pura, que con hermosura; amado, mejor con prado, que con estimado; convino, mucho mejor con destino, que con previno; i la rima de los adverbios en mente es intolerable. Esto se funda en la naturaleza de las cosas, porque toda inflexion es un elemento significativo; i de consiguiente, rimar dos palabras que termnian en inflexiones de igual valor, viene a ser como rimar una palabra OPÚSC.

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Una progresion como esta, desde efectos casuales hasta reglas constantes, i la que tambien se observa desde la simplicidad de los primeros rimadores hasta las varias especies i artificiosas combinaciones de rimas que empiezan a aparecer desde el siglo VIII, forman, a mi parecer, una prueba segura de que la lengua latina no recibió, de ninguna otra, semejante modo de versificar, i de que la poesía verdaderamente rimada no es mui anterior en aquella misma lengua a los dias de San Ambrosio i de San Agustin. En efecto, por lo que nos queda de estos santos doctores, no parece que el arte hubiera hecho todavía progresos; ni, hasta el siglo II o III de la éra cristiana, llegaron al mas alto punto los abusos en la composicion oratoria i poética, que fueron como los precursores de un sistema regular de consonancias.

IV

SOBRE EL ASONANTE O RIMA VOCAL

Ántes de examinar el orijen i uso antiguo de esta especie de rima, se me permitirá, a beneficio de los extranjeros aficionados a nuestra literatura, exponer sucintamente las leyes a que está sujeta en nuestra lengua, i que, como voi a manifestar, son exactamente las mismas que observaron los versificadores latinos de la media edad, i los franceses. El que no la conozca perfectamente i no esté familiarizado con ella, no podrá jamas percibir las bellezas de la versificacion de nuestros dramas i romances líricos. A la verdad, todos los críticos extranjeros que han tratado de nuestra poesía, la mencionan; pero sería fácil probar con sus obras mismas que los mas o la conocieron imperfectamente, o ignoraron del todo su artificio.

consigo misma. No por esto repruebo la latitud que el uso de los mejores poetas autoriza en este punto, i sin la cual no seria posible componer largos poemas, o el escritor so veria precisado a sacrificar a la felicidad de la rima bellezas de un órden superior.

Lo mas singular es que los eruditos franceses que modernamente i con tanto acierto se han dedicado a explorar las antigüedades de su poesía nacional, no sospechasen la existencia de esta rima en las obras que manejaban; resultando de aquí el condenarse muchas veces como imperfecto i bárbaro en la versificacion de aquellas obras lo que en realidad está rigorosamente ajustado a reglas.

El consonante o rima completa conviene, como todos saben, en la semejanza de las vocales i de las articulaciones; el asonante prescinde absolutamente de las articulaciones, i se limita a la semejanza de las solas vocales.

Dos especies de consonante se conocieron en la poesía latina. de la edad media: el uno monosílabo, reducido a la correspondencia de la última yocal o diptongo, i de la articulacion. o articulaciones siguientes, si las habia; i el otro disílabo, que comprendia la vocal o vocales de la penúltima sílaba i todas las letras siguientes hasta el fin de las respectivas dicciones. El consonante monosílabo fué el mas antiguo, i aparece ya como artificio regular i constante en una de las instrucciones de Conmodiano, en algunos himnos antiquísimos, atribuidos a San Ambrosio, i en el salmo de San Agustin contra los donatistas. En estos versos de Neron, que ridiculiza Persio, hai consonancia monosílaba, probablemente casual:

Torva mimalloneis implerunt cornua bombis et raptum vitulo caput ablatum superbo bassaris et lyncem Mænas....

Pero es disílaba, aunque ciertamente casual, la que se observa en los finales de estos versos de Horacio:

Non satis est pulcra esse poemata, dulcia sunto; et quocumque volent animun auditoris agunto.

Nosotros, como los italianos i los portugueses, no conocemos mas que una especie de consonante, el cual debe abrazar todas las letras finales desde la vocal acentuada inclusive; rubí, por cjemplo, hace consonancia con alelí, útil con fútil, pálido con cálido; de modo que en las dicciones agudas basta la consonan

cia monosilaba, pero en las llanas o graves es necesaria la de dos sílabas, i la de tres en las esdrújulas. Así tambien en la antigua versificacion francesa la extension o número de sonidos finales que abrazaba la rima completa, dependia de la situacion del acento, siendo monosílaba en las dicciones agudas, i en las graves disilaba; pero, como mas adelante se hiciese demasiado débil o incierta la acentuacion de aquella lengua, sus poetas sujetaron el consonante a otras reglas, que en sustancia se redujeron a darle mas número de letras a proporcion que eran mas débiles o de mas frecuente ocurrencia los sonidos finales.

La consonancia monosílaba puede cifrarse a veces en la semejanza de las solas vocales, como entre musa i templa, entre rubí i aleli; pero en este caso es esencial la ausencia de toda articulacion final, lo cual nunca se verifica en el asonante, que, cifrándose únicamente en la semejanza de las vocales, jamas exije ni que haya ni que deje de haber articulaciones. No está, pues, escrita en asonantes, como dice por inadvertencia un autor célebre, sino en consonantes monosílabos, aquella cancion militar de los modeneses contra los húngaros, compuesta a principios del siglo X:

O tu, qui servas armis ista moenia, noli dormire, moneo, sed vigila. Dum Hector vigil exstitit in Troia, non eam cepit fraudulenta Græcia. Prima quiete, dormiente Troia, laxavit Sinon fallax claustra perfida; per funem lapsa occultata agmina

invadunt urbem et incendunt Pergama, etc.

Las reglas de la asonância se pueden reducir a una sola, es a saber, que las dicciones se asemejen en la vocal acentuada, i en la vocal de la última sílaba, como en blanco i mármol, flores i ponen, diáfano i cándido.

Por consiguiente, en las dicciones agudas la asonancia solo pide la semejanza de la vocal acentuada, que es al mismo tiempo la vocal de la última sílaba; así razon i flor, jardin i turquí asuenan lejitimamente.

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