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SAGRADA BIBLIA

NUEVAMENTE TRADUCIDA

DE LA VULGATA LATINA

AL ESPAÑOL,

ACLARADO EL SENTIDO DE ALGUNOS LUGARES CON LA LUZ QUE DAN LOS •
TEXTOS ORIGINALES HEBREO Y GRIEGO, É ILUSTRADA CON VARIAS NOTAS
SACADAS DE LOS SANTOS PADRES Y EXPOSITORES SAGRADOS,

POR EL ILUSTRÍSIMO SEÑOR

DON FELIX TORRES AMAT,
Obispo de Astorga, del Consejo de S. M., &c.

DE ORDEN DE S. M. LA REINA GOBERNADORA.

TOMO IV del Antiguo Testamento, que contiene la PROFECÍA
de JEREMÍAS con los THRENOS, la de BARUCH, la de EZE-
CHIEL, la de DANIEL, las de los doce PROFETAS MENORES,
y los dos libros de los MACHABEOS.

SEGUNDA EDICION.

MADRID: 1834.

IMPRENTA DE D. MIGUEL DE BURGOS.

BS
775

1832

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JEREMIAS, el segundo de los Profetas llamados mayores, fué de estirpe sacerdotal, hijo del sacerdote Helcías, natural de Anatoth, cerca de Jerusalem. Comenzó á profetizar desde que tenia unos veinte años, y continuó por espacio de cuarenta y cinco; desde el año 13 del reinado de Josias, hasta el quinto despues de la ruina de Jerusalem, esto es, desde el 3375 del mundo y 629 antes de Jesu-Christo, segun la chrônica de Userio. Sus profecias se dirigieron no solamente contra los judíos, sino tambien contra el Egypto, la Iduméa, los philistéos, los ammonitas, los moabitas, babylonios, etc.; pero su objeto principal fué exhortar á su pueblo á la penitencia, anunciándole los castigos que le enviaria el Señor. Despues del breve reinado de Jechônias, trasportada cautiva á Babylonia la mayor parte del pueblo con su Rey, no cesó JEREMÍAS, reinando Sedecias el último Rey, de exhortar á penitencia á los restos del pueblo judaico que habian quedado en el pais, intimándoles la destruccion de la ciudad, y asimismo del templo, en el cual fundaban sus necias y vanas esperanzas los judíos carnales. Tomada finalmente la ciudad por Nabuchodonosor, fué puesto Jeremías en libertad; pero quiso quedarse en Jerusalem para consolar á los pocos judíos que quedaban allí. A poco tiempo Ismael, principe de la sangre Real, hizo matar á Godolias, á quien los châldéos habian dejado por gobernador de la Judea. Entonces los judíos, temerosos de la venganza de los châldéos, quisieron ir á buscar un asilo en Egypto, no obstante que JEREMÍAS les disuadia de ello, prometiéndoles en nombre de Dios la seguridad, y la paz si se quedaban en Judea. A pesar de eso, obstinados, se huyeron á Egypto, llevándose consigo á JEREMÍAS Y á su fiel discípulo Baruch. Allí no cesó JEREMÍAS de vaticinar las terribles calamidades con que Dios iba á castigar á los egypcios, y en las cuales quedarian envueltos los judíos, pues que sus costumbres aun iban de mal en peor. Segun la constante tradicion de la Synagoga, seguida por S. Gerónimo, Tertuliano, y generalmente por los Expositores sagrados, murió JEREMÍAS en Taphnis, ciudad principal de Egypto, apedreado por los mismos judíos.

Es comun sentir entre los Padres de la Iglesia que JEREMIAS vivió y murió virgen; lo que parece denotarse en el cap. XVI. v. a. ; ejemplo muy singular en aquellos tiempos. Pero la principal divisa de este gran Profeta es una tiernisima caridad para con sus prójimos; caridad llena de compasion por sus males no solamente espirituales, sino tambien temporales: caridad que no le permitia ningun reposo: y asi es que en medio del tumulto de la guerra, en medio del des

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4 concierto del reino, el cual se iba arruinando, y en el sitio de Jerusalem, durante la misma mortandad del pueblo, trabajó siempre con mucho ardor en la salud de sus conciudadanos: por cuya razon se le dió el hermoso renombre de Amante de sus hermanos y del pueblo de Israel '.

El libro de las Lamentaciones, que llamamos tambien Threnos como los griegos, es un insigne poema sagrado, lleno de los mas tiernos afectos con que llora el Profeta la destruccion de la santa ciudad, la ruina del templo del verdadero Dios, templo que era la maravilla del mundo; y lamenta la extrema miseria del pueblo del Señor y su esclavitud. Siempre que leo estas Lamentaciones, decia S. Gregorio Nacianceno, se me añuda la lengua, se me saltan las lágrimas, y se me representa delante de los ojos aquella ruina; y al llanto del Profeta, lloro yo tambien. Los dolores y gemidos de JEREMIAS figuraban los de nuestro Señor Jesu-Christo; el cual, en medio de sus acerbisimos dolores, é ignominias, exhortaba al pueblo de Jerusalem á llorar la última ruina de la ciudad y del templo. Pueden tambien en otro sentido considerarse los Threnos como el gemido de la paloma, esto es, de la Iglesia esposa de JESU-CHRISTO, oprimida no tanto de los enemigos externos, como de las depravadas costumbres y escándalos de sus propios hijos; y asi es que el autor del libro De Planctu Ecclesiæ, se vale de los Threnos para llorar los pecados de los fieles, y del clero secular y regular. Escribió JEREMIAS en hebréo estas Lamentaciones; y de tal modo que comenzó el primer verso con una palabra, cuya primera letra es la primera del alfabeto; el segundo verso con la segunda letra, y asi los siguientes, hasta concluir el abecedario hebréo: pero en el cap. III. comienza los tres primeros versos con la primera letra, y sigue asi el número ternario hasta concluir las letras. De aquí provino el haber comenzado alguno á poner en las Biblias latinas, al principio de cada verso, todo el nombre de la letra hebréa con que comienza el verso en el

original hebréo.

Uno de los incrédulos del siglo pasado hace burla de JEREMIAS porque se puso encima un yugo, y se ató á sí mismo con cadenas, para expresar á los judíos el cautiverio á que serian llevados en castigo de sus pecados 2. Si esta manera de expresar con viveza los conceptos es una señal de locura, es menester que aquel necio y delirante incrédulo condene como insensatas á todas las naciones orientales, las cuales siempre han acostumbrado pintar con acciones aquellos objetos con que quieren mover fuertemente la imaginacion de sus oyentes.

Asimismo, si en JEREMIAS se hallan repetidas unas mismas cosas, repeticion que ofende la delicadeza de algunos inconsiderados lectores, sepan estos que proviene de la dureza inflexible del pueblo hebréo, y del admirable zelo y paciencia del Profeta.

1 II. Mach. XV. v. 14.

2 Jerem. XXVII. v. 2.

LA PROFECIA DE JEREMIAS.

CAPÍTULO

PRIMERO.

Declara Jeremías como fué llamado al ministerio de profeta. En dos visiones le manifiesta el Señor que el objeto principal de sus profecías será anunciar la destruccion de Jerusalem por los chaldeos 1.

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Palabras ó profecías de Jeremías hijo de Helcías, uno de los sacerdotes que habitaban en Anathoth, ciudad de la tíerra ó tribu de Benjamin.

a El Señor pues le dirigió á él su palabra en los dias de el Rey Josías hijo de Ammon, Rey de Judá, el año décimo tercero de su reinado.`

3 Y se la dirigió tambien en los dias de el Rey Joakim, hijo de Josías, Rey de Judá, hasta acabado el año undécimo de Sedecías, hijo de Josías, Rey de Judá; esto es, hasta la trasportacion de los judíos desde Jerusalem á Babylonia en el mes quinto a.

4 Y el Señor me habló, diciendo:

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