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que huyere de la verisimilitud y de la imitacion, en quien consiste la perfeccion de lo que se escribe. No he visto ningun libro de caballerías que haga un cuerpo de fábula entero con todos sus miembros, de manera que el medio corresponda al principio, y el fin al principio y al medio, sino que los componen con tan~ tos miembros, que mas parece que llevan intencion á formar una quimera ó un monstruo, que á hacer una figura proporcionada. Fuera desto son en el estilo duros, en las hazañas increibles, en los amores lascivos, en las cortesías mal mirados, largos en las batallas, necios en las razones, disparatados en los viages, y finalmente agenos de todo discreto artificio, y por esto dignos de ser desterrados de la república cristiana como gente inútil. El cura le estuvo escuchando con grande atencion, y parecióle hombre de buen entendimiento, y que tenia razon en cuanto decia; y así le dijo, que por ser él de su misma opinion, y tener ojeriza á los libros de caballería, habia quemado todos los de Don Quijote, que eran muchos ; y contóle el escrutinio que dellos habia hecho, y los que habia condenado al fuego y dejado con vida, de que no poco se rió el canónigo, y dijo que con todo cuanto mal habia dicho de tales libros, hallaba en ellos una cosa buena, que era el sugeto que ofrecian , para que un buen entendimiento pudiese mostrarse en ellos, porque daban largo y espacioso campo por donde sin empacho alguno pudiese correr la pluma, describiendo naufragios, tormentas, reencuentros y batallas, pintando un capitan valeroso con todas las partes que para ser tal se requieren, mostrándose prudente, previniendo las astucias de sus enemigos, y elocuente orador persuadiendo ó disuadiendo á sus soldados, maduro en el consejo, presto en lo determinado, tan valiente en el esperar como en el acometer, pintando ora un lamentable y trágico suceso, ora un alegre y no pensado acontecimiento: allí una hermosísima dama, ho~ nesta, discreta y recatada; aquí un caballero cristiano, valiente y comedido; acullá un desaforado, bárbaro fanfarron; acá un príncipe cortés, valeroso y bien mirado; representando bondad y lealtad de vasallos, grandezas y mercedes de señores; ya puede mostrarse astrólogo, ya cosmógrafo escelente, ya músico, ya inteligente en las materias de estado, y tal vez le vendrá ocasion de mostrarse nigromante si quisiere (1); puede mostrar las astucias de Ulíses, la piedad de Eneas, la valentía de Aquíles, las desgracias de Héctor, las traiciones de Sinon, la amistad de Euríalo, la liberalidad de Alejandro, el valor de César, la clemencia y verdad de Trajano, la fidelidad de Zópiro, la prudencia de Caton, y finalmente todas aquellas acciones que pueden hacer perfecto á un varon ilustre, ahora poniéndolas en uno solo, ahora dividiéndolas en muchos; y siendo esto he(1) Así sucede en la descripcion de los encantos de Ismeno y de Armida, que re fiere el Taso en su poema la Jerusalen libertada.

cho con apacibilidad de estilo y con ingenicsa invencion, que tire lo mas que fuere posible á la verdad, sin duda compondrá una tela de varios y hermosos lazos tegida, que despues de acabada tal perfeccion y hermosura muestre,que consiga el fin mejor que se presente en los escritos, que es enseñar y deleitar juntamente, como ya tengo dicho, porque la escritura desatada destos libros da lugar á que el autor pueda mostrarse épico, lírico, trájico, cómico, con todas aquellas partes que encierran en sí las dulcísimas y agradables ciencias de la poesía y de la oratoria, que la épica tan bien puede escrebirse en prosa como en verso (1).

CAPÍTULO XLVIII.

Donde prosigue el canónigo la materia de los libros de caballerías, con otras cosas dignas de su ingenio.

Así es como vuestra merced dice, señor canónigo, dijo elcura, y por esta causa son mas dignos de reprension los que hasta aquí han compuesto semejantes libros, sin tener advertencia á ningun buen discurso, ni al arte y reglas por donde pudieran guiarse y hacerse famosos en prosa como lo son en verso los dos príncipes de la poesía griega y latina. Yo á lo menos, replicó el canónigo, he tenido cierta tentacion de hacer un libro de caballerías guardando en él todos los puntos que he significado: y si he de confesar la verdad, tengo escritas mas de cien hojas,y para hacer la esperiencia de si correspondian á mi estimacion las he comunicado con hombres apasionados desta leyenda, dotos y discretos, y con otros ignorantes que solo atienden al gusto de oir disparates, y de todos he hallado una agradable aprobacion; pero con todo esto no he prose-› guido adelante, así por parecerme que hago cosa agena de mi profesion, como por ver que es mas el número de los simples que de los prudentes; y que puesto que es mejor ser loado de los pocos sabios, que burlado de los muchos necios, no quiero sujetarme al confuso juicio del desvanecido vulgo, á quien por la mayor parte toca leer semejantes libros. Pero lo que mas me le quitó de las manos y aun del pensamiento de acabarle, fué un argumento que hice conmigo mismo, sacado de las comedias que ahora se representán, diciendo: si estas que ahora se usan así las imaginadas como las de historia, todas ó las mas son conocidos disparates, y cosas que no llevan piés ni cabeza, y con todo eso el vulgo las oye con gusto, y las tiene y las aprueba por buenas estando tan lejos de serlo; y los autores que las componen, y los autores que las representan dicen

(1) Cervantes resolvió aquí la cuestion que se agitó un siglo despues con ocasion del Telemaco, escrito en prosa por el arzobispo de Cambray; pero no fué opi➡ nion peculiar suya, sino de muchos literatos de su siglo.

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que así han de ser, porque así las quiere el vulgo, y no de otra manera y que las que llevan traza y siguen la fábula como el arte pide, no sirven sino para cuatro discretos que las entienden, y todos los demás se quedan ayunos de entender su artificio, y que á ellos les está mejor ganar de comer con los muchos, que no opinion con los po→ cos: deste modo vendrá á ser mi libro al cabo de haberme quemado las cejaspor guardar los preceptos referidos, y vendré á ser el sastre del cantillo; y aunque algunas veces he procurado persuadir á los autores, que se engañan en tener la opinion que tienen, y que mas gen→ te atraerán y mas fama cobrarán representando comedias que sigan ́el arte que no con las disparatadas, ya están tan asidos y encorporados en su parecer, que no hay razon ni evidencia que dél los saque. Acuérdome que un dia dije á uno destos pertinaces: decidme, no os acordais que ha pocos años que se representaron en España tres tragedias que compuso un famoso poeta de estos reinos, las cuales fueron tales que admiraron, alegraron y suspendieron á todos cuantos las oyeron, así simples como prudentes, así del vulgo como de los escogidos, y dieron mas dineros á los representantes ellas tres solas que treinta de las mejores que despues acá se han hecho? ¿Sin duda, respondió el autor que digo, que debe de decir vuestra merced por la Isabela, la Filis y la Alejandra (1)? Por esas digo, le repliqué yo, y mirad si guardaban bien los preceptos del arte Ꭹ si por guardarlos dejaron de parecer lo que eran, y de agradar á todo el mundo: así que no está la falta en el vulgo, que pide disparates, sino en aquellos que no saben representar otra cosa. Sí que no fué disparate la Ingratitud vengada, ni le tuvo la Numan'cia, ni se le halló en la del Mercader amante, ni menos en la Enemiga favorable (2), ni en otras algunas que de algunos entendidos poetas han sido compuestas para fama y renombre suyo, y para ganancia de los que las han representado; y otras cosas añadí á estas con que á mi parecer le dejé algo confuso, pero no satisfecho ni convencido para sacarle de su errado pensamiento. En materia ha tocado vuestra merced, señor canónigo, dijo á esta sazon el cura, que ha despertado en mí un antiguo rancor que tengo con las comedias que ahora se usan, tal que iguala al que tengo con los libros de caballerías; porque habiendo de ser la comedia, segun le

(1) Tragedias compuestas por Leonardo de Argensola; permaneciendo inéditas la Isabela y la Alejandra, hasta que en 1772 se publicaron en el tomo 6.° del Parna, So Español. La Filis se ha perdido; Cervantes elogia las prendas poéticas de Lupercio Leonardo de Argensola y de su hermano Bartolomé; pero si como líricos merecen distinciones, como dramáticos son muchos y muy notables los defectos de las dos tragedias publicadas, los cuales cita Don Francisco Martinez de la Rosa en el tomo 2.° de sus obras literarias.

(2) La ingratitud vengada fué compuesta por Lope de Vega; la Numancia por Cervantes; el Mercader amante por Gaspar de Aguilar, poeta valenciano, secretario del Conde de Chelva; y la Enemiga favorable fué compuesta por el licenciado Francisco de Tárraga, canónigo de Valencia.

parece á Tulio, espejo de la vida humana, ejemplo de las costumbres, é imágen de la verdad, las que ahora se representan son espejos de disparates, ejemplos de necedades, é imágenes de lascivia: porque & qué mayor disparate puede ser en el sugeto que tratamos, que salir un niño en mantillas en la primera escena del primer acto y en la segunda salir ya hecho hombre barbado (1)? Y ¿qué mayor que pintarnos un viejo valiente, y un mozo cobarde, un lacayo retórico, un page consejero, un rey ganapan, y una princesa fregona? ¿Qué diré pues de la observancia que guardan en los tiempos en que pueden ó podian suceder las acciones que representan, sino que he visto comedia que la primera jornada comenzó en Europa, la segunda en Asia, la tercera se acabó en Africa, y aun si fuera de cuatro jornadas, la cuarta acabara en América (2), y así se hubiera hecho en todas las cuatro partes del mundo? Y si es que la imitacion es lo principal que ha de tener la comedia, ¿cómo es posible que satisfaga á ningun mediano entendimiento que fingiendo una accion que pasa en tiempo del rey Pepino y Carlo Magno al mismo que en ella hace la persona principal le atribuyan que fué el emperador Heraclio, que entró con la Cruz en Jerusalen, y el que ganó la Casa santa como Godofre de Bullon, habiendo infinitos años de lo uno á lo otro ( 3 ) ; y fundándose la comedia sobre cosa fingida, atribuirle verdades de historia, y mezclarle pedazos de otras sucedidas á diferentes personas y tiempos, y esto no con trazas verisímiles, sino con patentes errores de todo punto inexcusables? Y es lo malo, que hay ignorantes que digan que esto es lo perfecto, y que lo demás es buscar gullurías. ¿ Pues qué si venimos á las comedias divinas (4)? ¡Qué de milagros fingen en ellas, qué

(1) Al acabar la primera jornada de la comedia Urson y Valentin, escrita por Lope de Vega, queda Margarita, reina de Francia, pariendo á su hijo Valentin, y este es ya jóven de veinte años al principiar la jornada segunda. En los Porceles de Murcia, comedia del mismo autor, desde el segundo al tercer acto pasan mas de diez años, y treinta y seis desde que principia la comedia el Primer rey de Castilla, tambien de Lope, hasta que concluye la pieza. No fué Lope de Vega el único que en aquella época rompió la unidad de tiempo en sus composiciones; el inglés Shakspeare no le va en zaga.

(2) Los antiguos poetas dramáticos no guardaron tampoco la unidad de lugar, pues la primera jornada del Nuevo mundo descubierto por Cristóval Colon pasa en Portugal, Granada, san Lúcar y el Real de la Vega. La segunda comienza en ei Océano y acaba en las islas Lucayas, y la tercera finaliza en Barcelona. La comedia del Rey Bamba pasa en España y en Roma. Las Cuentas del Gran Capitan en España, Nápoles y ribera de Génova. Y la Doncella Teodor supone la accion en Toledo, Oran, Valencia, Constantinopla y Persia. Todas son del mismo Lope de Vega.

(3) Cometieron tambien los poetas dramáticos anacronismos muy vituperables: Lope de Vega, en su comedia: La limpieza no manchada, hace representar al rey David, á Job, al profeta Jeremías y á la Universidad de Salamanca.

(4) Llamábanse así las vidas y sucesos de santos. Lope de Vega hizo las de San Francisco, San Nicolás, San Agustin, San Roque, San Antonio y otras muchas,

de cosas apócrifas y mal entendidas, atribuyendo á un santo los milagros de otro! y aun en las humanas se atreven á hacer milagros sin mas respeto ni consideracion que parecerles que allí estará bien el tal milagro y apariencia como ellos llaman, para que gente ignorante se admire y venga á la comedia: que todo esto es en perjuicio de la verdad y en menoscabo de las historias, y aun en oprobio de los ingenios españoles; porque los estrangeros, que con mucha puntualidad guardan las leyes de la comedia, nos tienen por bárbaros é ignorantes (1) viendo los absurdos y disparates de las que hacemos; y no seria bastante disculpa desto decir que el principal intento que las repúblicas bien ordenadas tienen permitiendo que se hagan públicas comedias, es para entretener la comunidad con alguna honesta recreacion, y divertirla á veces de los malos humores que suele engendrar la ociosidad ; y que pues este se consigue con cualquier comedia buena ó mala, no hay para qué poner leyes, ni estrechar á los que las componen y representan á que las hagan como debian hacerse, pues como he dicho, con cualquiera se consigue lo que con ellas se pretende. A lo cual responderia yo, que este fin se conseguiria mucho mejor sin comparacion alguna con las comedias buenas que con las no tales, porque de haber oido la comedia artificiosa y bien ordenada saldria el oyente alegre con las burlas, enseñado con las veras, admirado de los sucesos, discreto con las razones, advertido con los embustes, sagaz con los ejemplos, airado contra el vicio, y enamorado de la virtud que todos estos afectos ha de despertar la buena comedia en el ánimo del que la escuchare por rústico y torpe que sea; y de toda imposibilidad es imposible dejar de alegrar y entretener, satisfacer y contentar la comedia que todas estas partes tuviere, mucho mas que aquella que careciere dellas, como por la mayor parte carecen estas que de ordinario ahora se representan. Y no tienen la culpa desto los poetas que las componen, porque algunos hay dellos que conocen muy bien en lo que yerran, y saben estremadamente lo que deben hacer; pero como las comedias se han hecho mercadería vendible, dicen y dicen verdad, que los representantes no se las comprarian si no fuesen de aquel jaez; y así el poeta procura acomodarse con lo que el representante, que le ha pagar su obra, le pide. Y que esto sea verdad véase por muchas é infinitas comedias que ha compuesto un felicísimo ingenio destos tan faltas de unidad y llenas de anacronismos como las que en las notas precedentes se han citado.

(1) Cervantes solo podia hablar aquí de los Italianos, cuyas composiciones estarian mas conformes á las reglas de arte, pues á principios del siglo XVI, el teatro francés estaba en mantillas, y aun despues del tiempo de Cervantes, se alimentaba de las sobras del español. El teatro aleman no existia, y el famoso Shakspeare como ya se ha dicho, no era mas observante de las unidades que los poetas españoles.

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